Muchos de nosotros fuimos compañeros de estudios en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y compartíamos muchas cosas, entre ellas, nos juntábamos a escuchar música dijeron en una entrevista los jóvenes de la Orquesta Fernández Fierro. En aquel entonces, nos gustaba mucho el tango que hacía Osvaldo Pugliese y notamos que no había ninguna orquesta con esas características. Había orquestas sin sentimientos, sin nivel musical, sin originalidad y en cuanto al show, dejaban mucho que desear. La idea básica fue construir la orquesta que nos gustaría escuchar..
Y así nació esta agrupación musical que marca estilo y señala rumbos en la historia tanguera de nuestro país. Algunos viven o vivieron en nuestra ciudad que mucho tienen que ver con el fenómeno cultural y social que significa el tango desde sus comienzos.
Nosotros somos una banda definen- nos conocemos entre nosotros, somos amigos, no tenemos relaciones de jerarquías y no respondemos a un director. En ese sentido, considero que marcamos un estilo. A partir de nosotros se formaron algunas bandas de tango. Somos un grupo de amigos que hacemos música, en este caso, tango. Nos conocemos bien y estamos de acuerdo sobre muchas cosas, discutimos sobre otras tantas y sabemos quién es la persona que está al lado nuestro.
Hay quizá una idea formada de que el tango sólo toca el desgarro del desamor -agrega uno de sus fundadores y contrabajista del grupo, Yuri Venturín- pero pensamos que se puede abordar las pequeñas tragedias urbanas, las tragedias que se viven en las grandes ciudades,Crecimos como artistas de tango, pero nos criamos con la forma de vida del rock. Una cosa no quita la otra, asevera.
Después de largas décadas de olvido e indiferencia, el tango vive un período de esplendor. Buenos Aires ya no es la misma de las décadas anteriores al 60, cuando todavía de algún todadisco o grabador salían los acordes de un tango de Pugliese, Piazzolla o Troilo. Hoy esa experiencia es una perla en un mar bravío, cambiante y ajeno.
Durante las últimas décadas los jóvenes se acercaron al tango netamente influenciados por Astor Piazzolla y sus aires de renovación. Se instaló el debate entre el tango para bailar y el tango para escuchar, entre tocar el bandoneón parado o sentado, entre la informalidad y la estructura de antaño. Y toda una generación post-piazzolliana presentaba propuestas que seguían las tendencias del maestro.
Las escuelas de danzas y las pistas de baile se pueblan de parejas jóvenes que tienen en el tango un signo de identidad y compromiso. Tienen como propuesta hacer tango, pero el verdadero tango, el que se hace con sentimiento y con gusto. Para eso ensayamos y trabajamos mucho y sobre todo, lo hacemos porque nos gusta
A este cronista se le cae la baba de asombro. Tuvo el privilegio de conocer a Yuri Venturín casi desde su nacimiento porque éramos amigos y compañeros de trabajo de su padre, Juan José, de familia afincada en Sarandí. La sangre tiene sus códigos y caminos, sin duda alguna.
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