La familia es un sistema en constante transformación

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

La familia es un sistema de relaciones, donde las individualidades se vinculan entre sí, formando un conjunto, y estas relaciones entre el comportamiento individual de cada persona y el grupo familiar que conforman, van cambiando de estado, en la medida en que el cambio de un comportamiento individual va trayendo modificaciones en los otros comportamientos de los componentes de la familia.

La familia es un sistema en constante transformación, es un sistema que se adapta a las diferentes exigencias de los diversos momentos de desarrollo por los que atraviesa, y estas exigencias, también cambian con la variación de los requerimientos sociales que se van planteando en el curso del tiempo, con la finalidad de asegurar la continuidad y el crecimiento psicológico y social a los miembros que componen la familia.

Cuando la familia no tiene un comportamiento patológico, la constante transformación en el sistema de relaciones familiares, es un proceso de continuidad y de crecimiento, que le permite al grupo familiar la estabilidad y la capacidad de transformación, pero cuando en los sistemas familiares se va estructurando en el tiempo un comportamiento patológico en alguno de sus miembros, empiezan a repetirse, casi de manera automática, comportamientos en la familia, que sin darse cuenta, van dirigidos a mantener actitudes cada vez más rígidas al servicio de esa estabilidad patológica, no permitiendo un cambio y una transformación.

Por ejemplo, es muy común, que en un grupo familiar perturbado, aparezcan repercusiones importantes, como por ejemplo, depresión, perturbaciones psicosomáticas, etc., en alguno de la familia, en el momento en que un miembro de la familia empieza a mejorar en el tratamiento psicológico, es decir, en el resto de la familia, aparecen síntomas patológicos que funcionan como un mecanismo para salvaguardar ese equilibrio patológico que venían manteniendo durante largo tiempo, porque necesitan de alguna manera, seguir manteniendo un equilibrio enfermo en el grupo familiar.

La familia no es un grupo pasivo, sino un sistema activo, en donde cualquier tipo de cambio que se introduce en la familia ya sea por cambios dentro de la familia, por ejemplo el nacimiento de los hijos, su crecimiento hasta que se independizan, un luto, un divorcio, etc., o bien provengan del exterior, por ejemplo, mudanzas, modificaciones del ambiente, modificaciones de las condiciones de trabajo, cambios profundos en el plano de los valores, etc., generan una tensión que va a pesar sobre el sistema de funcionamiento familiar, requiriendo un proceso de adaptación de todos los miembros de la familia para mantener el equilibrio positivo, es decir, que las tensiones que se introducen en las familias por diversos motivos, van a exigir una transformación constante de las interacciones familiares, por un lado, para poder mantener la continuidad de la familia, y por otro lado, para consentir el crecimiento de los miembros de la familia.

Es en ocasión de cambios, o de presiones interiores o exteriores a la familia, donde fundamentalmente surgen la mayoría de las perturbaciones llamadas psiquiátricas.

Por ejemplo, la creciente importancia de lo individual respecto de lo colectivo, el cambio creciente y radical en los roles y en las funciones de la pareja, tanto a nivel de la relación interpersonal como de la configuración social, la progresiva separación del modelo patriarcal de familia extensa con una autonomía y la diferenciación cada vez mayor de la familia nuclear, etc., muestran que existe una exigencia fundamental de buscar un equilibrio nuevo entre las tendencias a la estabilidad y el deseo de transformación.

Estas búsquedas de equilibrio en los grupos familiares, pueden llevar, en situaciones particularmente expuestas, a descompesaciones o endurecimientos en uno o en otro sentido, con el consiguiente malestar individual, de pareja, y aun más en el ámbito de los hijos, por lo tanto es necesario evaluar como inciden estos factores perturbadores que son capaces, en muchos casos, de provocar una auténtica descompensación en el funcionamiento familiar, para poder reorganizar a la familia, en sus relaciones interpersonales, en sus relaciones con las normas que regulan sus vidas, y en todas sus relaciones sociales, trabajo, escuela, amistades, etc.

Licenciada en Psicología
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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