Intimidad pública a los gritos

Pasacalle en una calle cualquiera de la ciudad.
Escribe Antonio J. González

En la foto que acompaña esta crónica podemos ver un pasacalle que hoy flamea en una calle de la ciudad con un mensaje anónimo y una expresión sentimental que no revela el o la destinataria. Sólo está allí para la curiosidad de los ocasionales peatones y vecinos de la zona, como un código contradictorio que reserva los nombres del autor y del o la que debe recibirlo. Pero así están las cosas en este mundo con el manejo desprejuiciado de nuestra intimidad y las relaciones estrictamente personales.

Este tema lo habíamos comentado en alguna crónica de estos últimos años, pero el hecho no deja de sorprendernos. Se va perdiendo, día a día, un poco del derecho a los sentimientos, las acciones y las actitudes que pertenecen –así lo creemos hasta hoy- al universo de la realidad personal de cada persona, sea quien fuere. Hay todavía un derecho a conservar solamente en el espacio personal muchas de nuestras conductas, algunas de ellas expresamente enumeradas en la Constitución.

Pero quién respeta algo en este mundo actual. Ni nosotros –muchos, digo- cuidamos ese espacio privado único e intransferible. Ejemplo sobran. Casi todo el mundo habla por teléfono, algunos en cualquier reunión pública o familiar. Así por esa vía nos enteramos de información que es del ámbito personal. Los vestidos femeninos se bajan de arriba y se levantan de abajo cada vez más. Lo mismo pasa con algunos mensajes de internet que pueden se captados por cualquier persona en todo el mundo y muchas veces en forma agresiva, burlona y atrevida.

Si antes también algunos se filmaban o fotografiaban en actitudes pasionales o eróticas, sin que el material saliera del círculo de unos pocos, ahora los propios protagonistas –por diversión, por desenfado o ausencia de vergüenza- permiten su salida pública. Y así andamos.

Algún lector o lectora pensará que manejo posiciones y conductas atrasadas en el tiempo. No me afecta ni me preocupa. Por ello andamos como andamos en la mayoría de las culturas del planeta.

Esta es una reivindicación de la intimidad. Ella corresponde al ámbito intrínseco del individuo, comprende su personalidad, sus valores morales y religiosos, sus tendencias personales y afectivas, sus convicciones ideológicas. Lo íntimo está fuera del alcance del interés público y más en lo privado. Opera como una facultad que tiene cada persona de disponer de una esfera, ámbito privativo o reducto infranqueable de libertad individual, el cual no puede ser invadido por terceros, ya sean particulares o el propio Estado, mediante cualquier tipo de intromisiones, las cuales pueden asumir diversos signos.

Se centra en el respeto a la personalidad humana, del aislamiento del hombre, de lo íntimo. Con lo que preguntemos: ¿Hacia dónde nos encaminamos? Si alguien lo sabe con certeza, por favor, escribir a este cronista.

ajgpaloma@gmail.com

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