Hugo Mujica, poeta y filósofo

Escribe Antonio J. González.

“No recuerdo casi nada de mi infancia, pero por el otro, la intuyo como un lugar fecundo, al analizarlo me gusta lo que brota de ahí” dice el poeta Hugo Mujica nacido en Avellaneda en 1942, en una vivienda de Piñeyro. “Quizás la marca más grande es que mi padre quedó ciego; eso implicó otra relación con la vida. No fue nada trágico, o sí; lo curioso es que nos dio un rol por encima de lo que hubiésemos sido sin esa tragedia, empezando por mi padre, que era un hombre común y tuvo que enfrentar algo así. A los 13 entré a trabajar a una fábrica; aunque suena mal, me sentía un héroe por aportar en casa”.

“En la primaria gané premios porque dibujaba bien –continúa expresando en un reportaje- después estudié en Avellaneda e hice Bellas Artes en el Beato Angélico en Buenos Aires. Dibujar y pintar fue desplegándose conmigo, me acompañó siempre, y empecé a sentir la necesidad acuciante de expandirme” agrega.

“Hasta los 19 ò 20 años … trabajaba, una familia de obreros en Avellaneda, ese clima… Siempre estuve muy marcado por la necesidad de encontrar un sentido. No heredé ninguna religión, pero sí sabía que no me alcanzaba lo que se veía, siempre tuve la obsesión de encontrar otra cosa”.

“Empecé a leer muy asiduamente, un lector compulsivo casi. En los ’50 masticábamos a Sartre, no entendíamos mucho, pero era muy lindo dar vueltas en torno a esas ideas, y participábamos de esa especie de decepción de la razón que fueron esos años” cuenta Mujica.

Pero sus creaciones útiles no acaban allí, porque también estudió filosofía, antropología filosófica y teología, disciplinas que sirvieron a Hugo Mujica para dar luz a sus creaciones. Entre sus ensayos están “Kénosis”, “La palabra inicial”, “Flecha en la niebla”, “Poéticas del vacío”. “Solemne y mesurado” y “Bajo toda la lluvia del mundo”, son libros de relatos. De su obra poética podemos mencionar: “Brasa blanca”, “Sonata de violoncello y lilas”, “Camino del nombre”, “Paraíso vacío”, “Sed adentro”, entre otros.

“A los 15 había leído “El Ser y la nada” -expresa- me imagino que no entendí, pero era lindo estar ahí. Hoy sigo teniendo la misma sensación con Heidegger, he escrito libros sobre él y no sé si entiendo lo que dijo, me pone en un lugar donde pienso por encima de lo que pensaría por mí mismo. Más allá de entender, pasa otra cosa en el encuentro con el pensar de otros. Los grandes son aquellos que fecundan, no que solamente dicen lo que dicen”.

En una de sus poesías expresa: “Afuera ladra un perro / a una sombra, a su eco / o a la luna / para hacer menos cruel la distancia. / Siempre es para huir que cerramos / una puerta, / es desierto la desnudez que no es promesa / la lejanía de estar cerca sin tocarse / como bordes de la misma herida. / Adentro no cabe adentro, / no son mis ojos / los que pueden mirarme a los ojos, / son siempre los labios de otro / los que me anuncian mi nombre”.

ajgpaloma@gmail.com

noticias relacionadas