Ganar la misma carrera dos veces
Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.
En las Olimpíadas de Berlín de 1936, una de las principales estrellas fue un maratonista coreano, obligado a representar a Japón. Los japoneses habían invadido Corea y apelaron a la represión para eliminar su cultura y todo signo de identidad.
Su nombre era Sohn Kee-chung. Tenía 19 años y había ganado 10 maratones, en una de ellas había establecido el récord mundial con una marca de 2:26:42, que perduró 12 años.
Durante la competencia, no sólo ganó la maratón sino que estableció un nuevo récord olímpico. El mundo entero, lo observó con asombro en la ceremonia de premiación.
¿Qué hizo? Al recoger la medalla, bajó la cabeza, sin mirar la bandera de Japón, en un gesto de protesta. Y al firmar, no utilizó la versión japonesa de su nombre (Son Kitei), sino el suyo original e incluso dibujó la bandera coreana.
Como vencedor tenía derecho a un trofeo especial, un casco griego auténtico encontrado en Olimpia. En represalia, sus entrenadores no le permitieron recibirlo y la pieza fue guardada en el museo de Berlín.
Medio siglo más tarde, Sohn recibió ese trofeo y lo donó al Museo Nacional de Corea, donde se exhibe actualmente. En 1988, durante las Olimpiadas de Seúl, ingresó con la antorcha olímpica y allí recibió la mayor ovación de su vida.
En ocasiones, la vida ofrece una recompensa a quienes han librado una batalla. Permite revivir la disputa otra vez, algún tiempo más tarde. Esa carrera tiene un propósito, reivindicar el logro, con el sabor dulce que tienen las victorias.
Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com