Feria de Artesanos de Plaza Alsina: un espacio de arte y trabajo para recorrer en familia

Funciona todos los sábados de 9 a 19hs, sobre la calle Lavalle.

Todos los sábados, la Plaza Alsina suma a su escenografía un motivo más para ser visitada.

A la posibilidad de tomar aire fresco en su remodelada estructura, al  espacio que los más pequeños tienen para los juegos infantiles y al lugar donde los más «veteranos» comparten una tarde de truco y ajedrez, la Plaza Alsina le ofrece a sus miles de visitantes ocasionales la posibilidad de recorrer una feria artesanal.

  Con una década de historia en el lugar, los artesanos de Avellaneda le ofrecen a la comunidad productos hechos por sus propias manos, desde mates con diseños exclusivos hasta artesanías en cuero y en madera, bijouterie, tejidos, relojes y velas, entre otras cosas, a lo largo de los casi ochenta puestos.

  Cada sábado de 9 a 19 horas, aunque en verano el cierre se estira hasta las 22, la feria se instala en la plaza Alsina, más precisamente sobre la calle Lavalle y en una de las diagonales del espacio verde.

  En diálogo con La Ciudad, el Secretario de la «Asociación de Feriantes Adolfo Alsina», Antonio Anastasio, destacó que en la Plaza se pueden encontrar manualidades y microemprendimientos, pero nada comprado o fabricado en serie.

  En ese sentido, Anastasio aseguró que el visitante no tiene una predilección especial por algún rubro, salvo cuando hay fechas especiales como el «Día de la Madre» o el «Día del Padre».

  «El cliente de cada puesto viene específicamente a buscar algo determinado, pero el resto recorre la feria buscando las cosas que le gustan», agregó el Secretario de la asociación.

Los clientes por lo general son de la zona o son asiduos concurrentes a la Feria, pero hay muchos visitantes que llegan desde distintos puntos del Gran Buenos Aires o de la Capital.

«Además, esta Feria también es un paseo -dijo Anastasio- no es San Telmo ni Plaza Francia, pero hay turistas que han pasado y comprado cosas».

De hecho, Luis Báez, quien integra la asociación y vende relojes con los escudos de diversos equipos de fútbol, le comentó a La Ciudad que acababa de vender uno de «Tigre» a alguien que estaba de «paso».

Consultado sobre la historia de esta Feria, Antonio Anastasio explicó que ya tiene diez años. «Antes éramos como 180 puestos, armábamos sobre Mitre, Alsina, Lavalle y en diagonal. De esos viejos quedamos más o menos diez, el resto es gente que se fue acoplando con el cambio de gobierno», remarcó.

«En este sector nos pusieron -añadió- si fuera por nosotros seguiríamos sobre Mitre, porque uno ha hecho la estadística y pasan sesenta personas por minuto, y por Lavalle o Alsina son diez, el flujo es distinto».

Con respecto a esos inicios, Laura Somoza, quien está desde el primer momento con bijouterie, recordaba que «antes que se abriera la feria, había artesanos que tiraban paños», en alusión a aquellos que con una manta en el suelo comercializaban sus productos.

«Después se hizo la ordenanza por la cual vino la feria que funcionaba en la calle Güemes y en ese momento llegamos a ser  130 puestos -explicó Somoza- estuvimos dos años sobre Mitre, cambió el gobierno en 2003 y nos trasladaron hacia acá, donde la capacidad es menor y quedamos 82».

«El cambio fue muy duro porque a la gente le costaba más entrar a la feria y porque un montón de gente quedaba sin trabajo», resaltó Somoza.

Sobre los tiempos en Av. Mitre, Antonio Anastasio aseguró que «fueron buenos momentos, nos íbamos armando de a poco y las ventas eran buenas, porque se vendía muy bien, incluso me pasó que gente que pasaba en colectivo se bajaba porque veían algo que les gustaba».

Por otra parte, con respecto a la relación con los vecinos de la zona, Anastasio sostuvo que «de entrada fue jorobado porque se armó medio lío, no nos querían; de hecho muchos no nos quieren porque es como que les molestamos».

Sin embargo, cuando la Feria volvió a «armarse» tras el breve receso por la remodelación de la Plaza, muchos les expresaron su satisfacción por «la vuelta».
«Hemos renovado los toldos y los faldones. En lo estético hemos cambiado casi el ciento por ciento para no desentonar con lo hecho en la plaza», informó el Secretario.

En otro orden, Anastasio aseguró que la mayor complicación que tienen a la hora de vender es que el pago se puede hacer solo en efectivo. «A veces la gente quiere comprar y no tiene el dinero, ahí radica nuestra mayor dificultad», aseguró.
En tanto Laura Somoza como su «vecina de enfrente» en la Feria, Lili Daino, coincidieron en remarcar que en la actualidad bajaron las ventas.

«Desde el conflicto del campo empezó a bajar la venta, después en diciembre del año pasado fue mala y este año malísima. Pero durante la crisis del campo fue cuando pasamos el momento más crítico», enfatizó Lili.

«El problema es la inflación porque, al estar más caros los alimentos, la gente no tiene para gastar en otras cosas -acotó Laura Somoza- yo tuve casi un 40 por ciento de aumento en la materia prima».

Organización interna
Para un correcto funcionamiento de la Feria y para determinar claramente los derechos y las responsabilidades, los propietarios de los puestos están organizados en una Asociación que fija bien esos límites.

  «Desde la comisión directiva de la Asociación de Artesanos, tratamos de trabajar para que todo funcione bien -expresó Anastasio- no todos pueden quedar conformes, pero uno trata de equivocarse lo menos posible para el beneficio de todos».

  «Tratamos de conocer las inquietudes de cada puesto y, en base a eso, vamos construyendo», remarcó.

  La Feria de los sábados de Plaza Alsina tiene todo organizado, desde la limpieza hasta lo impositivo, pasando por un medidor propio para el consumo de energía eléctrica. «La tasa municipal la pagan los titulares, que seremos ochenta puestos, el resto son visitantes que van rotando, son los que denominamos golondrinas», le aclaró a La Ciudad el propio Secretario de la Asociación.

  En dicho reglamento interno, también está estipulado cierto orden para que la feria funcione de manera uniforme con la totalidad de los puestos. Entre las 9.30 y las 10 de la mañana, tiene que estar armado para que el paseo de los visitantes pueda ser completo y convoque a más personas.

  «También tenemos que respetar las cuestiones de higiene, para no tener problemas con el municipio ni con los vecinos –afirmó Anastasio- y para ello les repartimos las bolsas para que el mismo feriante lleve la basura y no la deje tirada».

  Para poner un puesto, la Asociación también trabaja en la fiscalización de la mercadería, para que haya igualdad de condiciones para todos los artesanos y para que no haya competencia desleal con los comercios de la zona.

  «Hay que ver el producto que hace el artesano para ver si está acorde a lo que nosotros estamos inscriptos en la feria. Cada producto tiene que ser hecho por la misma persona y no se puede poner en la mesa mercadería adquirida en otro lado, porque ya sería reventa», puntualizaron desde la Asociación.

La Feria tiene también algunos stands destinados a aquellos feriantes que no son fijos, sino que van recorriendo diversas localidades y otro que ceden gratuitamente al Taller Protegido Wilde, para que puedan comercializar sus mercaderías e insertarse socialmente.

«Esta feria funciona y va a seguir funcionando porque hacemos las cosas bien para beneficio de todos los chicos que trabajan. Yo le tengo un cariño muy grande a esta Feria y no la cambio por ninguna, porque es como mi casa; el ambiente es bueno, no hay problemas y es un cable a tierra», concluyó Antonio Anastasio.  

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