El secundario del Instituto Beata María Ana de Jesús celebró su cincuentenario

La institución de Piñeiro también festejó su 70º aniversario. En la foto Marina Cadelli y Adriana Osorio Vicedirectora y Directora respectivamente, del nivel Secundario.

El Instituto Beata María Ana de Jesús de Piñeiro, perteneciente a la Congregación de las Hermanas Mercedarias, transita un 2011 muy especial. Mientras el colegio cumplió 70 años, su nivel medio celebró sus Bodas de Oro junto a los vecinos de la localidad.

La institución empezó a funcionar en 1941 con el nivel primario, en el mismo lugar donde se erige en la actualidad, en Cabildo y Santa Fe. Eran poquitas alumnas y su estructura muy precaria.

«De hecho estaba construido de chapas y a las hermanas las llamaban las Monjas de las latas», le comentó a La Ciudad la actual vicedirectora del secundario, Marina Cadelli, quien además transitó sus aulas como alumna y docente.

Los primeros años, las Hermanas se arreglaban como podían. Durante el día, las aulas se llenaban de juventud y por las noches, esas mismas salas, dejaban paso a los catres que las religiosas ponían para el descanso nocturno.

El nivel secundario del Instituto nació en 1961, debido a la necesidad que el mismo barrio tenía. La motivación mayor pasaba por la gran cantidad de industrias que había en la zona, que empezaban a requerir personas preparadas para la administración, porque la parte operaria estaba cubierta.

Es así que, a diferencia de la mayoría de los colegios para mujeres que optaban por Magisterio, el «Beata» se volcó a la especialidad más relacionada con lo comercial y lo administrativo.

«Fue en clara respuesta a los requerimientos del barrio, porque había curtiembres, industrias del jabón, vidrierías y muchas industrias pequeñas, que tenían la necesidad de cubrir puestos administrativos», explicó Cadelli.

«Tampoco había lugares para estudiar -agregó- el otro colegio privado de la zona tenía solo primaria y, durante mucho tiempo lo mantuvo así, por eso el Beata se convirtió en una opción para el barrio».

Marina Cadelli pasó gran parte de su vida en el Beata y fue testigo de los cambios y el crecimiento de la institución.

«Yo soy egresada del colegio en todos sus niveles, hice jardín, primaria y secundaria. Recuerdo que el jardín empezó en una salita informal y, oficialmente, bastante más tarde. Como las mujeres empezaban a trabajar afuera, el ‘Beata’ un poco sirvió como una especie de guardería», comentó la actual Vicedirectora.

Consultada sobre cómo era el colegio por aquellos años ’60, Cadelli aseguró que fue una década donde se creció mucho desde lo edilicio y se hicieron diversas modificaciones porque la demanda era cada vez mayor y faltaba espacio.

«Originalmente, el colegio tenía un gran espacio abierto, con árboles, que después tuvo que desaparecer para construir el patio y la capilla nueva. También se hicieron aulas en la parte superior», recordó.

«Cuando yo empecé a cursar -añadió- una parte ya tenía las características de ahora, y la otra mantenía la cosa casera».

Esa parte «casera» desapareció en los ’70, cuando se terminó de construir el edificio. De esa época a hoy, no hubo grandes cambios.

Marina Cadelli egresó del nivel medio y tanto el estudio como el trabajo la alejaron unos años del «Beata», al que regresó en 1996 como profesora y, desde hace tres años, como vicedirectora.

Su triple rol en la vida de la escuela, le permite a Cadelli tener una visión clara de los cambios sociales y educativos que se fueron registrando entre los alumnos, los padres y los propios docentes.

«Fue un cambio grande entre esos comienzos y estos tiempos, porque corresponde al cambio social al que la escuela no está ajena», sostuvo.

«Nosotros éramos mucho más tranquilos como alumnos, hacíamos lío como cualquiera pero menos, además éramos solo chicas en ese entonces -expresó- no es que los varones se porten mal siempre, pero las chicas tal vez eran más calmas».

Con respecto a las principales diferencias, sostuvo que antes había un mayor grado de compromiso desde la familia y se trabajaba mucho para la escuela.

«Los papás participaban de todos los eventos y estaban más integrados. Ya desde los comienzos,  muchas de las cosas que pudieron hacer las Hermanas fueron con la colaboración de los vecinos», remarcó Cadelli.

Según la vicedirectora, las cosas cambiaron pero no sólo para el colegio. Fue un  cambio paulatino, a medida que llegaron los cambios sociales, se fueron alejando un poco de la escuela.

«Muchas cosas de la realidad, también cambiaron el funcionamiento de la escuela. Cuando era alumna hacíamos eventos y organizábamos torneos deportivos o encuentros con otros colegios de la Congregación», evocaba Cadelli.

«Ahora ya no se pueden hacer porque las nuevas reglamentaciones exigen una pila de cosas. Eso limitó el sentido de pertenencia de los chicos a la Congregación», afirmó al referirse a la menor interacción del «Beata» con los colegios que las Hermanas también tienen en Magdalena y en la Ciudad de Buenos Aires.

«Ahora hay muchas trabas para trasladar a los chicos porque todo presenta dudas, por los temas legales, por las quejas, antes era todo más simple, las escuelas eran más autónomas y las autoridades de educación eran más prácticas», sentenció.

«Educando a los jóvenes en la luz de la libertad»
El lema del secundario en este 50º Aniversario es «Educando a los jóvenes en la luz de la libertad» y con esa idea se resume los objetivos como comunidad educativa.

Así como la  Orden Mercedaria surgió por el año 1218 en España para trabajar en la redención de los cautivos, desde el Colegio Beata María Ana de Jesús se busca luchar contra las «cautividades» y enseñarles a sus alumnos el significado de libertad.

«Todo nuestro trabajo está concentrado ahí, en que los jóvenes salgan formados en lo cultural y académico, pero también en los valores que llevan a la libertad responsable», remarcó Marina Cadelli.

Sobre las cautividades de este siglo, manifestó que «pasan por lo que se ve en la sociedad, lo agresivo, la falta de apego a las normas, cierto descontrol en la manera de divertirse, lo que transmiten los medios de comunicación, el desgano por la formación cultural y la falta de interés».

En relación a la respuesta de los jóvenes, Cadelli sostuvo que responden muy bien y «eso se ve reflejado en que nos permiten trabajar sobre sus dificultades», pero que obviamente es «una pelea de todos los días porque hay que conversar mucho».

«Tratamos de ser lo más abiertos posible y dialogar desde la Dirección, desde los docentes y desde las Hermanas. Es un trabajo de hormiga que nos está dando buenos resultados», destacó.

Ese trabajo de hormiga lleva a los alumnos a participar de actividades educativas y también sociales. En ese marco, este año colaboraron con una escuela de escasos recursos de Lomas de Zamora, gracias al nexo que hizo la bibliotecaria, Silvia Pedraza, que trabaja en ambas instituciones.

Además, los chicos vienen trabajando los valores junto a la Hermana Rosalux. «Están desarrollando un proyecto solidario en Villa Tranquila, llevando elementos necesarios y, además, las religiosas de allí visitaron el ‘Beata’ y compartieron una clase con los chicos», comentó Cadelli.

En otro orden, un grupo de 16 alumnos participó de un proyecto de Naciones Unidas, donde Avellaneda fue sede y el «Beata» recibió tres menciones especiales.

«Se hizo como un simulacro de trabajo de la ONU, en el que se les dio ciertos tópicos como por ejemplo seguridad o derechos humanos, y ellos participaron como si fueran los representantes de China, Argentina y Francia», sostuvo Cadelli.

Los alumnos del «Beata» también participaron con buenos resultados en los Torneos Bonaerenses, pese a la falta de lugar para entrenar. El colegio cuenta con un gimnasio con algunas limitaciones de espacio para que hagan educación física las chicas, mientras que para los varones alquilan las instalaciones del club Orientación Juvenil.

Finalmente, al referirse a los objetivos como colegio secundario, Marina Cadelli remarcó que «el proyecto siempre tiene que ver con la enseñanza en valores».

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