Dos alumnos del Taller Integrado «Juegos Teatrales» ya están trabajando con los adultos

Una iniciativa artística para mejorar a toda la sociedad. En la foto el coordinador (centro) Jorge Ruiz con integrantes del Taller de «Juegos Teatrales».

El Taller de Teatro Integrado «Juegos Teatrales», que se dicta en la Casa de la Cultura, continúa dándole satisfacción a su creador, Jorge Ruiz. Durante los últimos meses, dos de sus integrantes, Gabriela Maneiro y Federico López, dieron un importante paso en su formación actoral al sumarse al taller de adultos.

  «Lo que tiene de interesante el taller de adultos de Juegos Teatrales, es que están habituados a trabajar con los integrados, porque las muestras anuales las hacemos todos juntos, así que en algún momento se intercalan y trabajan», comentó el propio Ruíz.

«En el grupo de adultos hay estudiantes, profesionales y amas de casa, y todos con una mirada distinta porque somos diferentes -agregó Jorge Ruíz- en algún punto de nuestra personalidad, todos hacemos agua».

  Según le explicó a La Ciudad, con los alumnos del taller Integrado, trata de reforzar las habilidades y las capacidades de cada uno de ellos.

  Consultada sobre Gabriela Maneiro, una de las alumnas que «pegó el salto» al Taller de Adultos, Jorge Ruiz sostuvo que «tiene una leve discapacidad cognitiva y fue interesante ver el crecimiento que ha tenido en estos cinco años que lleva conmigo».

 Los primeros pasos de Gaby, como la conocen sus compañeros, fue con timidez. «Al principio le costaba expresarse, pero ha progresado tanto que después de cuatro años de trabajar en el Taller Integrado, la invité a participar con el grupo de teatro de adultos», comentó Ruiz.

Con los adultos, Gaby ya realizó varias obras y, hace poquito, le tocó el rol protagónico en una de las escenas de «Una Victoria para Eva» en el Salón de los Encuentros del Teatro Roma.

«Venía trabajando a nivel escénico con los mayores -añadió su profesor- pero esta obra ya fue toda una puesta, no fue una muestra».

«Me gusta actuar y nunca tuve vergüenza para subir al escenario. No hay que mirar al público, uno mira al fondo y listo, además la que sube a escenario no es Gaby, sino el personaje», le explicó a La Ciudad la propia Gabriela.

Además de su amor por la actuación, Gaby trabaja en Independiente, tiene la escolaridad primaria completa y, artísticamente, también está volcada a la plástica y a la pintura decorativa.

  En cuanto a su personalidad, su profesor la definió como «absolutamente solidaria y de una gran relación con sus compañeros; es muy trabajadora con el texto, lo que la convierte en una actriz de mucho laburo y compromiso emocional».

Federico López tiene 21 años, es estudiante de periodismo de la Universidad de Avellaneda y es otro de los jóvenes del Taller Integrado de Jorge Ruíz que pasó a trabajar con los adultos convencionales.

Fede, como lo llaman todos, empezó en Juegos Teatrales hace cuatro años, por consejo de un profesional. «Cuando estaba en Independiente, venía un psicólogo al taller de adultos que me dijo que tenía un paciente que estaba atravesando un momento difícil y que creía que  le iba a hacer muy bien participar de Juegos Teatrales» recordó Ruiz.

«Desde chico que quería hacer teatro y en 2006 tuve un problema de salud y el psicólogo me trajo. Me gustó y ahora estoy acá», resumió Federico.

 «Comenzó a trabajar y rápidamente empezó a progresar -afirmó Ruíz- tenía más que ver con el plano emocional y de seguridad, porque Fede tiene una discapacidad motriz».

 «De a poco fue avanzando en distintos planos, no tiene dificultad con el texto excepto, fue soltando la voz de a poco y progresando desde el movimiento, porque le gusta mucho la danza», describió Ruiz.

  Después de un tiempo de estar en el Taller Integrado, concurrió varias veces al de Adultos porque quería sumarse. Este año, el propio Ruíz lo invitó a ser parte.
Igual, tanto Gaby como Fede, no dejan de asistir al «Integrado» pese a haber pasado al grupo de «Adultos». «Me gusta seguir en integrado porque los chicos ya son parte de mi, son amigos, los quiero como a hermanos, vengo a compartir», explicó Federico.

 «Me gustaría que vengan todos para que vean que, aunque tenemos capacidades diferentes, tenemos las mismas posibilidades de hacer un montón de cosas», remarcó Fede.

Una historia que nació con Karina
Jorge Ruiz está formado en danza clásica, española, contemporánea y moderna; en jazz, expresión corporal, actuación, arte escénico y arte dramático, entre otras cosas, y el taller Integrado surgió casi como casualidad.

Por el año 2000 fue convocado para un taller de teatro en Lanús Este, donde su vida cambió de un día para el otro.

Un tarde, una madre se acercó con su hija Karina, con Síndrome de Down, para inscribirla. Si bien Ruíz pensó en si él era capaz de darle contención, se animó y la incluyó, siendo ese el puntapié inicial de su Teatro Integrado.

«Con los integrados no trabajo sobre las carencias, sino en potenciar todas sus capacidades, sabiendo que lo único que ellos necesitan es otro tiempo. En el ensayo los trato igual que a todos, con respeto, con cuidado, pero los hago laburar», explicó Ruiz.

Según resaltó el profesor, la idea de llevarlos a trabajar con adultos convencionales radica en que el objetivo del taller no es que los chicos se queden «encapsulados» en ese proyecto, sino que puedan avanzar sobre otros espacios artísticos.

  «Es también para destacar la emoción de los integrantes del taller de adultos, cuando sus compañeros del taller integrado son reconocidos por el público», aseguró.
En teatro integrado se trabaja sobre tres lenguajes bien determinados: el verbal, el gestual y el corporal, y este último tiene dos columnas fuertes, que son la improvisación y la sensopercepción.

«Trato de estimularlos para que enriquezcan el lenguaje corporal porque el cuerpo es un reservorio de emociones, guarda la historia de lo que somos. Entonces, cuando uno empieza a trabajarlo se va contactando con toda esa historia, con momentos que no fueron tan felices pero muchos otros que si», remarcó Ruíz.

«Desde el juego teatral, uno puede reacomodar determinadas escenas que en su momento no las pudo desarrollar -añadió- el teatro es una interesante exploración que tiene alcances terapéuticos».

«Uno ve el crecimiento y la seguridad que van teniendo, y eso se nota en el cuerpo, en como se plantan. A veces no pueden desarrollar la palabra, pero cuando están en el escenario se ve como van creciendo y eso los hace avanzar en otros aspectos de su vida», enfatizó Ruíz.

Por estos días, «Juegos Teatrales» está trabajando en la realización de una nueva muestra, preparando al elenco que participará de los Torneos Bonaerenses con la obra «Aprendiendo a Volar» y tratando de cumplir con un sueño: el proyector propio.
«Hoy si no tenés elementos multimedias te quedás muy atrás, porque como es imposible armar grandes escenografías, estos elementos te dan otras alternativas», puntualizó Ruíz.

En el caso de los Torneos Bonaerenses, donde el reglamento permite un elenco de apenas ocho actores, el proyector sería una solución. Al respecto, Ruiz explicó que las escenas de baile podrían ser grabadas con anterioridad y proyectadas como fondo de escena para que, de esta manera, todos los integrantes del taller participen de los «Torneos».

Así se trabaja en «Juegos Teatrales», desde la integración, potenciando las capacidades que cada uno tiene y con el placentero esfuerzo de Jorge Ruiz, que sabe que su sacrificio y dedicación es mucho más que un grano de arena para intentar cambiar a una sociedad que solo mira para adentro.

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