Familia disfuncional, cuando se carece de autonomía y desarrollo personal

Para que la familia funcione lo mejor posible, se necesita un gran esfuerzo por parte de todos los integrantes. Cuando en una familia existen problemas, lo más probable no es que haya un culpable, sino que los problemas son consecuencia de las carencias que existen entre la interacción de toda la familia. Las relaciones humanas generan las mayores satisfacciones y también son fuente de problemas, en todos los ámbitos, en el trabajo, en el entorno social, en la familia, en la pareja, la convivencia genera conflictos, y los conflictos son algo negativo cuando se convierten en un problema.

La magnitud del conflicto va a determinar los sentimientos de esa conflictiva, por ejemplo, no es lo mismo un conflicto laboral donde quizá el vínculo es algo con carácter secundario y con lo cual no pasará más que de una experiencia desagradable, a que el conflicto suceda en el interior de la familia donde probablemente la experiencia será más dolorosa, ya que de la familia en general se espera afecto y se comparte el objetivo principal de crecer y desarrollarse como persona en la vida.
Cuando las relaciones familiares no funcionan hay que intentar solucionar el problema, algo está pasando. No es una tarea fácil, por el contrario, intentarlo involucra fundamentalmente conocer sus pautas y mecanismos para poder profundizar correctamente cómo surgen esos conflictos y cuáles son las soluciones más adecuadas.
Una familia en sí misma como unidad, es un conjunto de interacciones de las personalidades de cada uno que la integra y las circunstancias que experimentan. Si el funcionamiento es adecuado existen pocos obstáculos y se promueve el desarrollo integral de todos los que la componen y les procura un estado de salud favorable, pero si una familia conlleva un curso que la hace tropezar una y otra vez, se convierte en un factor de riesgo y favorece la aparición de síntomas y enfermedades en todos sus miembros.
Cuando las situaciones problemáticas son provocadas por alguno que integra la familia, por ejemplo problemas de alcoholismo, drogas, fracaso escolar, depresiones, no debe entenderse a ese miembro de la familia como un problema, sino como un acarreador de las problemáticas familiares, y si esto ocurre es en ese momento donde no deberían buscar consejos ni recetas, sino apuntar a algo más importante que es analizar por qué la familia no está funcionando. Pueden pensarse algunos indicadores convencionales en relación con la salud familiar, tales como si la familia cumple con sus funciones económicas, biológicas, culturales y espirituales, la administración del dinero familiar, la atención de la salud, el desarrollo saludable de todos sus componentes, la atención a los principios morales y los valores espirituales que son responsabilidad familiar y la esencia de su funcionamiento, las crisis económicas, los problemas sanitarios o de cualquier otra índole, todo esto pone a prueba el compromiso de los miembros en la familia.
El sistema familiar tiene y debe permitir el desarrollo de la identidad personal y la autonomía de cada uno, porque sino se vive en los extremos, se exige una dependencia excesiva entre sus miembros que limita la superación y la realización personal e individual, o la relación familiar es muy abierta, defiende a ultranza la individualidad y se tiende en consecuencia a anular los sentimientos de pertenencia familiar. Con lo cual, para que la familia funcione hay que respetar las fronteras psicológicas que permiten la preservación del espacio vital de cada uno, si bien sin poner límites a la independencia, pero tampoco sin promover una excesiva individualidad que impida el desarrollo de todos los miembros en solidaridad.
La flexibilidad en las reglas y los roles ayudarán para la solución de los conflictos, porque una familia que funciona en general tiene tareas y roles específicos para cada miembro que la compone de manera clara y en concordancia con todos, teniendo en cuenta la no sobrecarga de los roles, porque ahí ya aparecerían las sobre exigencias, es decir, que los miembros se complementen recíprocamente en el cumplimiento de las funciones asignadas y éstas no se conciban de manera rígida.
El no cumplimiento de la jerarquía o de la distancia generacional, por ejemplo confundir jerarquía con autoritarismo o los padres pidiendo autorización a sus hijos, va a desencadenar el no funcionamiento familiar, porque estas inversiones en la familia no van a ofrecer una comunicación clara, coherente y afectiva que permita compartir los problemas.
Cuando lo que se dice no es lo que se piensa, cuando lo que se hace no es lo que se dice y se utilizan mensajes incongruentes o distorsionados, la comunicación se tergiversa y se pierde confianza en la verdad de lo que se habla, se cuenta y se escucha.
* Licenciada en Psicología
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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