Esquinas de Barracas al Sud

Escribe Antonio J. González.

El pueblo se estaba formando. Aún las tierras privadas eran de grandes extensiones y poco pobladas. Pero ya en la época fundacional de Barracas al Sur, se destacaba la presencia de esquinas de encuentros, mojones para las carretas y paisanos a caballo. Fernández Larrain las describió en este diario en 1974: “Este era un pueblo de esquinas polvorosas, en cruz con los caminos que iban y venían de la pampa cercana. Esquinas entre la media docena de sauces sombreadores y el ombú señalador de rumbos y amojonador de potreros; vínculo entre el agrimensor y el carrero en los tiempos lejanos en que todo tenía nombres gratos al decir de las gentes, pegadizos en la memoria abrujulada de los transeúntes”.

 

 

Eran parte de ese paisaje medio pampa y medio poblado. Lugares que se iban a convertir en eje de una incipiente población, en medio del campo abierto y los caminos de tierra.  “En muchas sentó sus reales la pulpería, -contimúa Larrain- esa institución de la primitiva sociedad campesina y orillera, con sus recovecos oscuros de mercaderías innombrables y el frasquerío de los licores tras la espalda enchalecada del comerciante sobrador, de pucho ladeado a un costado del labio, medio anidado entre los pelos del bigote coloreado de nicotina”.

 

 

Y enumera los nombres de esos lugares: “esquina larga”, “esquina de Mariquita la talana”, la “del tropezón”, la de “la Mosca”. Otra fue la pulpería de Fabián Rozas, en el viejo puente sobre el Riachuelo, junto a la capilla. “Esquina de la pulpería de Cabo, primero, y “de los Restauradores” después”. “… se hizo a punta de facones y dagas, y entre payadas de contrapunto y cielitos federales llorando la muerte de Dorrego, un poco de la historia popular de los tiempos del gobierno de don Juan Manuel, caudillo de gauchos y orilleros desde el año 20…”

 

“Entre esa esquina de Cabo, y la de enfrente, donde en los años lejanos de la colonia estuviera la casa de Gálvez, casamata en la. invasión primera de los ingleses, transcurría parte de la vida noctámbula de nuestro coronel Fabián Rozas, autoridad nombrada por el mismo pueblo de Barracas, basada en su jerarqu1a militar, presente a todas horas en su casaca descolorida de guerrero de la independencia fuera de tono, y en su enorme sable prepotente que siempre estaba saliéndose de la vaina, hasta para golpear las cancelas de los patios durante los equivocados rondines donjuanescos…Fue el coronel Fabián Rozas un personaje pintoresco en el Barracas al Sud de los años del Gobierno Federal”.

 

“La más hermosa muestra de esquina de entonces es la que levantó un italiano emprendedor, don Pompeyo Meriggi en el cruce del camino viejo de las carretas o de la tahona y una callejuela transversal que corría hasta el pueblo de Lanús… más conocida como la “esquina del Pompeo”

 

Eran esquinas, éstas y otras del poblado, que se levantaban como mojones de caminos y pueblos en desarrollo, donde el “farol de humilde llama de querosén alargaba el curso de la calle hasta el baldío cercano”.

 

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