El “Tarzán” del arco rojo

Escribe Antonio J. González.

El “Tarzán” del arco rojo es considerado por muchos el mejor en toda la historia de Independiente en ese puesto. Fernando Bello llegó en 1933 de su Pergamino natal y de inmediato se convirtió en titular indiscutido del puesto. De magníficas condiciones naturales, gran físico, excelente ubicación, extraordinaria seguridad de manos, notables reflejos y una serenidad asombrosa frente al peligro inminente del gol. Todos ellos eran los tributos que lucía este hombre que integró la escuadra endiablada en el período más trascendente del equipo local.

Debutó en Independiente en 1934 en un partido contra Platense y jugó su último partido aquí contra el equipo de Rosario Central en 1944. Fue una década de grandes logros futbolísticos para la escuadra de Avellaneda, en la que jugó 300 partidos y obtuvo 17 títulos oficiales y no oficiales en el país y confrontaciones internacionales. Ocupó el arco de la selección argentina de 1934 a 1945 con diez partidos jugados y dos títulos sudamericanos obtenidos: en 1937 y 1941.

Era recordado como uno de los pocos arqueros de la época en detener un tiro penal de Bernabé Ferreyra, un destacado jugador millonario. Muchos comentaristas deportivos coinciden en que era fundamental para la obtención de títulos por el Rojo no solo un gran despliegue en la parte ofensiva, sino una firmeza en la parte defensiva del equipo, donde Fernando Bello tuvo mucho que ver. Sus compañeros de equipo coincidieron en sus comentarios en que Fernando era además una persona carismática y le gustaba aconsejar a sus demás compañeros de equipo y ayudarlos, sobre todo a los más jóvenes. Nito Veiga, uno de los defensores del equipo en los años ’40, comentó acerca de él: “Pasábamos horas enteras en la concentración, debajo de la tribuna Cordero, escuchando los consejos de Fernando Bello”.

Su idolatría se robusteció también con su carisma y su figura elegante. Por ello desde hace muchos años, la tribuna de damas del estadio lleva su nombre. Se convirtió en entrenador del equipo por decantación: su hombría de bien, su palabra sensata y su juicio certero eran tributos ideales para el puesto.

Pero Fernando no era solamente un futbolista sino un luchador nato. En 1948 tuvo lugar la primera huelga de futbolistas y fue liderada por él, secretario general de la entidad. ¿Que reclamaban? Mejores condiciones en la relación profesional con cada club -la dirigencia de AFA no reconocía una agremiación de jugadores y los clubes incurrían en “injusticias”, según registros de la época- también solicitaban un sueldo mínimo y “la libertad de contratación” una vez cumplido el compromiso laboral.

Valga este tributo como recordación a un “tarzán” rojo inolvidable y un hombre ejemplar.

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