El equilibrio emocional requiere un propio espacio de reflexión

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

Construir nuestro espacio de reflexión es fundamental para conocernos realmente, entre otras cosas es necesario para darnos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor, para aprender a reflexionar, para practicar la comunicación con nosotros mismos, para escuchar lo que pensamos y sentimos, para pensar lo que queremos y lo que no deseamos, para entender nuestra vida y advertir hacia donde nos dirigimos, para saber como reaccionamos ante situaciones nuevas y diferentes, y para ver como nos comunicamos con los demás. Si bien las personas somos seres sociales que nos relacionamos y buscamos a los otros ofreciéndoles nuestro tiempo y nuestra compañía, también necesitamos mantener nuestra individualidad y tener un espacio propio de tranquilidad y privacidad, tanto físico como emocional para encontrarnos con nosotros mismos.

Tener un límite en nuestra privacidad nos permite conocer la privacidad del otro, y nos ayuda a no violentar los territorios ajenos y los propios. Un espacio propio emocional proporciona la posibilidad de tomar contacto con nosotros mismos, un espacio para reflexionar acerca de como somos nosotros con los demás y como queremos relacionarnos con los otros.

Algunas personas buscan de manera conciente armar un espacio propio de reflexión y otras personas buscan estar rodeadas de otros de forma permanente y sin saberlo buscan escaparse de sí mismos, y si bien pueden establecer buenos vínculos con los demás mayormente tienen dificultades en mostrarse tal cual son, con dificultades en la propia expresión, es decir que la persona tiene pautas muy rígidas en el desempeño de sus roles, de su comportamiento, sus contactos no son intensos, sino son contactos superficiales, sus necesidades son sólo en parte reconocidas o rechazadas por el mismo y suelen experimentar una sensación de vacío debido a que se desconocen en las propias posibilidades y experiencias.

Existe la necesidad de compartir nuestra intimidad, sobre todo con personas que son especiales para nosotros, nuestra pareja, algunos amigos, los hijos, pero a veces dejamos participar a quienes queremos, y a veces no.

El grado de madurez que cada uno haya alcanzado va a determinar que cuestiones, en que momento, y con quienes vamos a comunicar nuestra intimidad. Suele ocurrir que al estar inmersos en las obligaciones cotidianas otorgamos prioridad a otras personas y nos desocupamos de nosotros mismos, con lo cual lo que primero solemos pensar es en que no tenemos tiempo para nuestras cosas, cuando en realidad habría que estar atento porque este es un indicador de que por algo nos estamos alejando de nosotros mismos, excusas hay muchas, nos falta el ejercicio de reflexionar, nos falta destinar un tiempo preciso.

No habría que dejar de tener en cuenta que la dificultad puede estar relacionada con el temor a conocer nuestras capacidades y nuestras limitaciones, ya que encontrarnos con lo que somos y conocernos, no nos va a dejar al margen de evadir la responsabilidad por lo que hacemos, sentimos y pensamos. Para que pueda producirse un contacto tiene que existir necesariamente un límite, sin la presencia del límite lo que hay es una fusión indiferenciada, aunque parezca paradójico el sentimiento de unión va a depender de que esté bien marcado el sentimiento de separación.

Sobre todo, la necesidad de proteger nuestra intimidad esta estrechamente ligada con la posibilidad de analizar nuestra coherencia, para responsabilizarnos por nuestros pensamientos, palabras y acciones, y tomar conciencia de nuestros sentimientos y de la capacidad que tenemos para tolerarlos.

El espacio personal y el tiempo propio son necesarios para satisfacer nuestras necesidades o deseos, para elegir que queremos hacer, con quien estar y como queremos hacerlo, para ocuparnos de nosotros y de nuestras cosas. El camino para alcanzar el equilibrio emocional depende de la continuidad que hagamos desde nuestro espacio privado hacia el espacio público, de la autonomía responsable hacia la interdependencia con los otros, estos espacios son necesarios y se complementan entre sí.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane

MN 34156 MP 61329
Consultas al 4205-0549

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