En una Eucaristía cargada de emoción y gratitud, la comunidad educativa del Colegio San Ignacio celebró un siglo de vida misionera y educativa. La historia comenzó con la generosidad de Ignacia Urquizú y la visión del padre Vicente Sauras, pero fue el “sí” valiente de las Hermanas Carmelitas Misioneras lo que dio origen a esta obra que hoy sigue viva en el corazón de Wilde.

“Cien años no son solo una cifra redonda. Son fidelidad, siembra, misión, lágrimas y esperanza”, compartió el Padre Obispo Maxi Margni en un mensaje leído por el P. Gabriel, capellán del colegio, quien presidió la celebración en su nombre.

Aunque conmovido por no poder estar presente debido a un estado gripal que lo mantiene en reposo, el Obispo hizo llegar su afecto y gratitud:
“Gracias, hermanas Carmelitas, por haber sembrado fe, humanidad y comunidad. El colegio ha sido un faro de evangelización, una voz que clama en el desierto, como San Juan Bautista, cuya fiesta celebramos hoy.”

El Colegio San Ignacio no nació solo para enseñar contenidos. Nació para formar corazones misioneros, con raíces humanas y mirada evangélica. Una escuela que educa, acompaña y consuela, siendo casa, templo y trinchera de ternura para cada generación.

“Que este jubileo sea un impulso para seguir soñando una humanidad más justa, más fraterna, más llena de Evangelio”, expresó el Obispo Maxi.

¡Gracias a todos los que construyen esta historia cada día! A las hermanas, docentes, alumnos, exalumnos, familias y vecinos de Wilde: ¡Feliz centenario, Colegio San Ignacio!

De la celebración participaron docentes, alumnos, exalumnos, familias, y representantes de otras instituciones, en una jornada que homenajeó el legado de esta histórica escuela perteneciente a la congregación de las Hermanas Carmelitas Misioneras.

A lo largo de un siglo, el Colegio San Ignacio se ha destacado por formar generaciones de jóvenes con valores, compromiso y vocación, convirtiéndose en un verdadero pilar educativo para la comunidad.