El cartero no te llama ni una vez

Carta de Roberto Díaz

Querida Alejandra:
Vos sabés la bronca que me da escribir «Carta de Lectores». Parece que fueras un llorón irredimible, un rebelde sin causa. Pero, realmente, si en la Argentina hay un montón de cosas colapsadas (los hospitales, los omnibuses, los trenes, la seguridad, la honestidad, etc.) hay un colapso más, aunque no lo puedas creer. Y es el Correo.

Fijate lo que te digo: con motivo del Premio «Santa Clara de Asís» le compré al fotógrafo, en el acto de premiación en el Plaza Hotel, cuatro fotos. El acto fue el domingo 22 de agosto. ¿Sabés cuándo recibí las fotos? ¡El 11 de setiembre! En el interín, correos electrónicos mediante, un intercambio de susceptibilidades con el señor Fotógrafo que me juraba, por Raotta, que me había enviado las fotos el 24 de agosto ¡a las 9.32 de la mañana!. Y tenía razón…

Ese 11 de setiembre, recibí una carta del Centro Gallego de Avellaneda, fechada ¡el 26 de agosto! ¡Ni mi pobre abuelita, de rodillas, hubiese tardado ese tiempo para traer una carta desde el centro de Avellaneda a Wilde!. Otra: me llegaron todos los impuestos con fecha vencida.

Me parece y no quiero ser cáustico que, cuando Randolph Scott manejaba la diligencia allá en el lejano oeste, no tardaba esta friolera de tiempo…

Las malas lenguas dicen que acumulan correspondencia, que no tienen suficiente personal, etc. etc. No lo sé. Pero, en pleno siglo XXI, 18 días de tardanza para un envío realizado desde la calle Marcelo T. de Alvear, en la Capital (las fotos) o 16 días para una carta que salió desde el centro de Avellaneda, a mí, qué querés que te diga, me parece mucho tiempo.

Roberto Díaz
(empiezo a creer que, entre nosotros, el cartero ya no llama dos veces).

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