El Capricho

Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

En Comillas, un pueblo de la región de Cantabria, el célebre arquitecto Antoni Gaudí construyó en 1883 su primera obra para Máximo Díaz de Quijano. Ha trascendido desde entonces como El Capricho de Gaudí. La obra alterna rasgos orientales y sugestivos trazos medievales, tiene formas naturalistas muy expresivas, casi dotadas de movimiento. Fue el primer arquitecto que usó los principios de la geometría reglada de superficies alabeadas (la que rige las formas de la naturaleza) aplicada a la construcción de edificios.

 

Gaudí tuvo en cuenta sutiles detalles para complacer a su cliente. Díaz de Quijano era amante de la música y coleccionista de flores exóticas. La planta en forma de U tenía el propósito de proteger del viento del norte un gran invernadero orientado al sur. Y el artista reflejó la pasión del propietario por la música en diversos elementos. Los contrapesos de las ventanas gillotina son tubos metálicos y al subir o bajar emiten distintos sonidos musicales. También los bancos puestos en los balcones miran hacia adentro, para que los visitantes desde allí pudieran prestar atención a la música del interior.
Todas las obras son un poco la prolongación de nuestro ego. El artista trasciende a través de su creación. En este caso, Gaudí pensó su Capricho tomando en cuenta los deseos y la personalidad de su contratante, el otro. Y recién allí derramó su potente impronta.
Cuando se combina la escucha y la observación, puede descifrarse el detalle sutil, entonces el producto adquiere intensidad porque está fundado en un acto de amor.

 
Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com

noticias relacionadas