Las minas de sal de Wieliczka, en Cracovia, son las más antiguas del mundo. Han sido explotadas sin interrupción desde el siglo XIII hasta hoy. Reciben anualmente casi un millón de visitantes y las llaman «la catedral subterránea de la sal de Polonia». Tienen una profundidad de 327 metros y una longitud de más de 300 kilómetros de laberínticas galerías con cámaras, capillas, lagos subterráneos, antiguas herramientas y máquinas. Probablemente el elemento central sea la increíble cantidad de esculturas y bajorrelieves realizadas con bloques de sal.
¿Quiénes fueron estos artistas que hacen exclamar a millones de personas?
Los mineros, anónimos artistas de las profundidades.
El trabajo bajo tierra ha sido siempre muy peligroso. Esos hombres simples siempre estuvieron impregnados de un respeto y temor reverencial de las entrañas de la tierra. Sin embargo amaban su trabajo. Transformaron ese miedo ancestral a ser devorados por las profundidades en arte. El talento ha brotado de sus manos curtidas por la sal y ha quedado como un monumento de lo que el hombre es capaz cuando puede expresarse.
Claudio Penso
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