Leandro Pinilla: El pianista de Sarandí que comparte su arte en la Plaza Alsina y no acepta ninguna remuneración económica

Estudia Trabajo Social y los sábados por la tarde toca el piano en Plaza Alsina, para compartir su música con los vecinos.

Según Google la música es “el arte de crear y organizar sonidos y silencios respetando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo”. No obstante, no para todos la música pone a jugar los mismos conceptos ni significa lo mismo. Para Leandro Gastón Pinilla, pianista autodidacta, estudiante de Trabajo Social y vecino de Avellaneda, es, o mejor dicho, debería ser, un derecho social. Nadie debiera pagar por ello, y tal es así que desde hace diez años lo pone en práctica tocando su piano en la Plaza Alsina. “Pienso a la música como un derecho y el dinero a veces nos limita”, asegura el artista oriundo de Sarandí.

“A mí me pasaba de chico que quería escuchar música pero como no tenía plata para comprar el CD, porque eran muy caros, no tenía acceso. Pensaba que era algo injusto no poder comprar el disco. Sentía personal esa música a la que no podía acceder”, detalla.

Avellanedense y estudiante de Trabajo Social por la Universidad Nacional de Lanús (UNLA), concibe al arte musical como el disparador que lo impulsó a estudiar esa carrera porque la música “llega a todos los estratos sociales”, y de alguna manera el trabajo social tiene como premisa la cohesión y el desarrollo de la sociedad. Fue hace diez años cuando comenzó a compartir su música en la Plaza Alsina, luego abandonó y actualmente volvió a hacerlo. La música nunca se fue de su vida. Ese es un poco Leandro.

Algo que lo apasiona de ir cada sábado a la plaza es el encuentro que se produce con la comunidad. Es por eso que en varias ocasiones su piano le abre la puerta a otros mundos. Muchos vecinos y vecinas se acercan a diario y le confían su historia. Su cotidianeidad, sus dolencias. Pero también se dan otros gestos repletos de dulzura. Una carta de una niña a cualquiera le puede sacar una sonrisa. A Leandro le pasó el otro día.

De alguna manera la música no solo es algo transversal a todas las clases sociales, sino también un medio de transportación a otras épocas, al pasado. “Recuerdo una anécdota cuando llevé el piano a la casa de mi abuela y llegó el hijo de mi abuela (mi tío), que hacía mucho que no iba. Yo estaba en la pieza tocando el piano, entonces les toqué una canción qué se llama “Perdón parece ser la palabra más difícil”, un tema de Elton Jhon”, rememora.

Ahí fue cuando pudo observar que con su melodía “transportó” a su tío a otra época, a cuando era un joven estudiante. “Mi abuela estaría recordando los valores que le ha inculcado a su hijo sobre el arte y el respeto hacia las personas”, detalla.

Leandro es un artista autodidacta, de esos de cuando no existía Youtube. Sacaba canciones de oído, compraba el disco y lo escuchaba hasta poder reproducirlo en el piano. No como ahora que se encuentran sencillamente las partituras o los tutoriales en Internet. Ese empeño y esa convicción se ve reflejada en sus decisiones.

Fue hace diez años atrás cuando los artesanos que estaban en la plaza lo invitaron a tocar y donde empezó todo. “Cuando comencé a estudiar en la universidad dejé de tocar música por completo. Ahora como estoy terminando la carrera tengo más tiempo, así que volví a la plaza a tocar música para los vecinos de Avellaneda”.

 

Encuentro con la comunidad

Los últimos tiempos no fueron fáciles para nadie. La pandemia marcó un antes y un después en la forma en la que conocíamos el mundo. Fue el aislamiento social lo que generó en el artista la necesidad de ocasionar un encuentro con la comunidad dado que la comunicación virtual, que se potenció en esta época, “nunca puede reemplazar al contacto personal” y a “la calidez que genera compartir un tiempo entre los vecinos”.

“Pienso que hoy más que nunca hay que salir a compartir y generar unión entre todas las personas, es un rol fundamental el que cumple la música. Porque es un lenguaje universal que no se expresa a través de palabras sino a través de sonidos. La música nos da sentido de pertenencia”, profundiza.

Su repertorio de los sábados en la plaza es muy variado ya que se reúnen varias generaciones a escucharlo. Tango, folklore, música clásica, temas de Queen, Elton John, The Beatles, Bonnie Taylor. “Inconsciente colectivo” de Charly García suena bastante, al igual que “11 y 6” de Fito Páez. Cerati, Virus y Alejandro Lerner también están presentes en esa reunión que, según él, es “la pausa y la distracción en un mundo muy exigente y acelerado”.

“Pienso que no recibir dinero cuando toco va a permitir la igualdad… Muchas veces cuando a un músico le dan una propina toca para esa persona que le dio la propina, y está bien porque el mundo es así y los músicos tienen que vivir, pero yo quiero romper por un instante con eso aunque parezca muy utópico porque lo que trato de generar es otra comunicación en donde no interfiera el dinero entre las personas”, confiesa. Dar sin esperar nada a cambio, dar por el “solo hecho de compartir”, porque “esos son los lemas de la música” para Pinilla: la igualdad y la libertad.

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