Dr. Sergio Scigliano, una eminencia en Avellaneda

El especialista en Neumonología infantil obtuvo una beca en Londres que le permitió perfeccionarse en la enfermedad disquinesia ciliar primaria, que lo ha colocado en un lugar de renombre, tanto en el plano local como el internacional.

Cuando tenía 4 años de edad, salió del consultorio de su viejo pediatra de la mano de su padre y le dijo: cuando sea grande, quiero ser médico de niños. Muchos años más tarde, en su propio consultorio, el doctor Sergio Scigliano evocaría aquella concluyente y emotiva anécdota de su infancia, haciendo una especie de homenaje al doctor Silva Crome, quien sin querer le marcó la vocación de su vida.

A los 51 años, Scigliano es toda una eminencia en Avellaneda, por su gran trayectoria como médico pediatra, neumonólogo infantil y especialista en vías respiratorias.

«Nací en Avellaneda, en esta misma cuadra, y tengo aquí mi consultorio desde el año 1986. Así que son muchos años de profesión, trabajando en Avellaneda», cuenta sonriente el Doc, que luce muchísimo más joven de lo que dice su DNI.

Scigliano se recibió de Médico en 1983 y en 1984 hizo su residencia de pediatría en la Casa Cuna. «Después fui Jefe Instructor de Residentes durante cuatro años y más tarde hice la especialidad de Neumonología infantil. Entonces entré al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, al Centro de Vías Respiratorias más importante de Latinoamérica. Allí estoy trabajando hasta el día de hoy», resumió con voz pausada el profesional, minutos después de terminar de atender al último de sus pacientes, en su consultorio del barrio de Piñeiro.

Especialista en vías respiratorias, el Dr. Scigliano obtuvo una beca en Londres, que le permitió perfeccionarse en una enfermedad hasta el momento desconocida por estas latitudes, y que luego comenzó a desarrollar con gran éxito en nuestro país.

«Puntualmente se trata de una patología que se llama disquinesia ciliar primaria. Es una enfermedad crónica, genética, que la padecen una de cada doce mil personas, tanto niños como adultos. En Argentina no había mucho conocimiento sobre esta enfermedad ni estaba desarrollada la metodología de diagnóstico, por sus características particulares. Muchos pacientes quedaban como enfermos crónicos, con bronquiectasias o bronquios deformados, pero sin el diagnóstico correcto.

Entonces tomé contacto con esta enfermedad, me perfeccioné en el conocimiento y pude traer a la Argentina la infraestructura necesaria para desarrollar su diagnóstico y su tratamiento», explicó el Dr. Sergio.

Sus conocimientos específicos en esta enfermedad lo han colocado en un lugar de renombre, tanto en el plano local como el internacional «En este momento soy el referente latinoamericano de la enfermedad, porque no hay ningún país que pueda tener esta infraestructura ni tampoco hay un especialista en la misma. Así que no sólo recibo pacientes de toda la Argentina sino también de otros países de Latinoamérica. Es un gran logro personal, porque costó. No tuve ayuda financiera de los organismos locales. En mi caso, trabajo en un organismo municipal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y todavía estoy esperando que Macri me compre una hoja para la impresora», ironizó, con un dejo de resignación.

Más allá de su especialización, Scigliano nunca modificó su modo de encarar la medicina. «Si bien me especialicé en neumonología infantil, no dejé la pediatría, por una razón filosófica. No puedo separar los bronquios y el pulmón del resto del chico. El ser humano es toda una unidad psico-físico-espiritual y social. Y mi abordaje es integral u holístico, como se lo llama», explicó, contundente, el neumonólogo.

En épocas como ésta, en las que el frío se encarga de proliferar enfermedades respiratorias, su consultorio permanece atestado de chicos. Pero Sergio, que antes de ser médico es padre, sabe cómo hacer frente a esa caótica demanda. «Tengo cuatro hijos -que ahora son grandes- pero que cuando eran chiquitos se enfermaban. Y yo sé lo que es la angustia de los padres cuando llaman a su médico de cabecera y les dice que no tiene turno hasta la semana que viene o cuando buscan un turno con un especialista y se los dan para dentro de dos meses. Yo decidí tener otra modalidad.

Atiendo todas las citas programadas, que son a muy corto plazo, y también veo todas las urgencias de mis pacientes», mencionó el galeno.

«Eso requiere de un gran esfuerzo de mi parte», prosiguió Scigliano, «porque me he llegado a quedar hasta las doce de la noche, sobre todo en épocas invernales. Y para el paciente significa, a veces, un mayor tiempo de espera, pero que tiene su premio», destacó, al tiempo que agregó: «Para un padre o una madre que tiene el chico con 40 grados de fiebre, o con vómitos, o está descompuesto, que el médico le diga venite hoy, que lo veo, es una tranquilidad muy grande. Yo prefiero darles ese servicio, porque además me interesa verlo yo al paciente. Porque lo conozco, porque es más rápida la consulta y soy de pedir pocos estudios. La clínica sigue siendo soberana y me considero un viejo clínico, porque el diablo sabe más por viejo que por diablo». (risas).

La medicina, un fenómeno humano
Scigliano comentó que muchas abuelas -que ya tienen varios años- le plantean que sus nietos se enferman más de lo que se enfermaban sus hijos. Y él confirma que es así, por una razón fundamentalmente social. «En la época de las abuelas no existían las guarderías. Y todos empezábamos el jardín a los cinco años, que es cuando el sistema inmunitario está maduro. Y no hay forma de acelerar el rito biológico de maduración de las defensas», justificó el especialista.

«¿Qué fue lo que cortó la epidemia de la gripe A? La suspensión de las clases durante un mes. Este es el ejemplo más elocuente de cuánta relación tienen las infecciones respiratorias con la escolaridad. Los niños se contagian de sus compañeritos. En lo posible, los chicos no deberían ir a los jardines maternales, por lo menos antes de los tres años. Y otra de las profilaxis importantes es el lavado de manos y el uso de alcohol en gel, porque los virus se transmiten sobre todo, a través de las manos», aconsejó el Dr. Sergio, para evitar la propagación de virus y enfermedades respiratorias.

A la hora de explicar sus funciones y sus responsabilidades como médico, el Dr. Scigliano hace hincapié en la importancia de la «química necesaria entre el médico y el paciente». « En su momento también estudié filosofía y teología que son dos disciplinas que me fascinan y las creo totalmente conectadas con el arte de la medicina. Porque la medicina no es una ciencia. La medicina utiliza conocimientos científicos. Conocimientos que salen del método científico, pero el arte del ejercicio de la medicina no es un acto científico, es un fenómeno social, humano», señaló, convincente, el pediatra.

Para el doctor Sergio Scigliano la clave es tener «convicción, para que el paciente se sienta seguro de que el profesional que tiene delante sabe lo que dice, le genera confianza y se muestra comprometido. Sobre todo en una medicina que se ha mercantilizado bastante, donde hay médicos que tienen que atender un gran número de pacientes, porque la obra social lo exige y mientras los aranceles son relativamente bajos».

Por último, el profesional dejó un mensaje para sus vecinos avellanedenses: «Estoy muy orgulloso de haber nacido aquí, de trabajar en mi barrio, y de poder ayudar a curar las dolencias de los niños de mi ciudad -y de más allá también-, pero los de Avellaneda tienen prioridad».

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