Dr. Rodrigo Gómez: Vocación de servicio, en un tren de esperanza

Es Odontólogo y formó parte del Tren Sanitario

El Tren de Desarrollo Social y Sanitario de la Nación es una iniciativa que conjuntamente llevan adelante los Ministerios de Desarrollo Social, Salud y Planificación Federal de la Nación. (http://www.desarrollosocial.gov.ar/tren_social.asp)

A lo largo de su trayecto, el Tren se detiene en lugares recónditos de nuestro país, con el objetivo de promover el desarrollo social y sanitario de las localidades que recorre y sus zonas de influencia.

A bordo del Tren, un grupo multidisciplinario de profesionales de la salud brinda asistencia a las distintas comunidades que visita, promoviendo los derechos de las familias, los niños, las madres, los ancianos, las personas con capacidades diferentes y pobladores en general.

A ese Tren se subió el odontólogo Rodrigo Gómez, para aportar todo su conocimiento y ofrecer su gran vocación de servicio. Con la satisfacción del deber cumplido, el Doc compartió con La Ciudad lo que fue para él esta maravillosa experiencia.

“Este viaje me encantó porque conocí a gente realmente comprometida. Llegué por el contacto con gente conocida que ya estaba en el Tren, aunque yo siempre estuve en las movidas de servicio. Es un proyecto hermosísimo que inauguró Ramón Carrillo en la época de [Juan D.] Perón. Es una iniciativa muy romántica que tiene un gran concepto educativo. Cómo comer, cómo higienizarse, cómo incorporar determinados hábitos. Eso es oro. En mi caso no era simplemente ir a sacar muelas. Educar implica cero insumos”, dijo Gómez, quien se desempeñó como Jefe del Servicio Odontológico del Tren Sanitario.

“En el interior del país –prosiguió el Médico- hay muchos pueblos excluidos y sobre todo cerca de las vías de tren. Que un tren vuelva a parar en una estación abandonada es todo un acontecimiento. La gente venía y lloraba. Porque en el pasado, el tren era la vida. ¡Cuántas familias se formaron alrededor del tren!”
“Que llegue un tren a pueblos perdidos por ahí es emocionante. El Tren Sanitario es un Ministerio Itinerante. Llega con toda la fuerza del Ministerio, con toda la fuerza del Estado”, enfatizó Gómez.

El profesional de 41 años, con 20 años de experiencia como dentista, formó parte del grupo de 60 profesionales que realizó el denominado 4to. Recorrido por el Corredor Cuyo, visitando las estaciones Espejo (Localidad de El Resguardo, Departamento de Las Heras, Provincia de Mendoza) y Media Agua (Localidad de Villa Media Agua, Departamento de Sarmiento, Provincia de San Juan).

“El tren llega con pensiones, documentación, oftalmólogos, ópticos, odontólogos, pediatras, ginecólogos, farmacia (el plan remediar). Los profesionales trabajan a destajo, heroicamente. Y los pueblos se revolucionan”, destacó Gómez, quien prefiere despojarse de su investidura y ser Rodrigo a secas.

“El tema es qué se puede hacer en una semana. Porque en realidad el tren genera esperanza. Hacerles algo a esas personas no es simplemente sacarles una muela. Hay que prestarles atención, tratarlas con respeto, dignificarlas. Hablar con ellas. Contarles un cuentito, que hay una vida mejor”, agregó reflexivo y enérgico a la vez.

El odontólogo reconoció que entiende el mensaje de la Ministra de Desarrollo Social Dra. Alicia Margarita Kirchner. “El Tren no tiene capacidad de curar. Solamente podés activar los resortes naturales que hay en los pueblos: la salita, el hospital, las sociedades de fomento, las escuelas rurales, etc.”

Con la boca bien abierta
A diferencia de sus pacientes, que permanecen así para que él haga los arreglos pertinentes, el Doctor Rodrigo Gómez no tiene pelos en la lengua a la hora de opinar de la realidad que nos rodea. Y aprovechó esta nota para hablar de su enamoramiento con la profesión, reflexionar sobre la Salud en general y dar algunos consejos sobre el cuidado bucal.

“Soy un dentista viejo, con mucha experiencia a pesar de que tengo 41. Vengo de una familia de dentistas. Mi vieja, mi viejo, una hermana mayor. Así que son como 40 años de tradición médico-odontológica. Yo me crié en un consultorio odontológico. Me recibí sin darme cuenta. Aproveché un cambio de estudio en la época de [Raúl] Alfonsín, se achicaron los planes. Así que en cuatro años me recibí”, recordó el joven profesional.

“Por otra parte tuve una formación marcada por una familia exigente. Siempre se me obligó, por decirlo de alguna manera, a estudiar o trabajar. Pero estudiar no era ir a la facultad. Había que dedicarse a estudiar, había que responder. Si no aprobaba había mala onda en mi casa. Y eso te va dando un perfil en tu formación. Y eso me lleva después de 20 años de trabajo profesional en el ámbito privado, con una cierta estructura de cierto nivel académico, con mucha tradición acá en Avellaneda, a pegar el gran salto al ámbito de la salud pública. Como ahora el tema de la salud pública colapsó, me parece que es un momento muy interesante desde lo político y lo social, porque está todo destrozado”, resaltó el entrevistado.

Gómez reconoció que le hubiese gustado ser marinero, como alguna otra parte de su familia. Aunque afirmó que igualmente pudo “despuntar sus vicios” porque su profesión –de la que dijo, se fue enamorando con el tiempo- le permitió viajar mucho. “Al principio renegaba un poco, pero después le fui encontrando cosas hermosas a la profesión, como ser: mucha libertad, es una profesión bien paga.

Tenés pacientes que no los ves por seis meses y no pasa nada. En ese tiempo podés hacer muchos viajes. Dar la vuelta al mundo si quisieras. Vos le decís al paciente: ¿Te molesta si te cancelo el turno? Y el paciente, que se da cuenta que por el momento no va a tener que desembolsar un dinero, te responde. No hay problema, tranquilo. (Risas). Pero más allá de eso, lo más bonito que me dio esta profesión fue un punto de vista, un criterio”, reconoció luego, seriamente.

Como avellanedense de ley, el dentista aseguró que “si bien tuve intermitencias –viví en España y tiempo después en San Telmo- yo soy de acá. Nunca perdí mi relación con la ciudad. Por suerte desde marzo de este año me instalé nuevamente en Avellaneda, con cierto interés de tener una actuación más activa. Es decir, quiero poner las fichas acá. Yo siempre lucho por esta ciudad, que para mí siempre tuvo su peso específico”.

Atravesados por la revolución High – Tech
“La profesión odontológica es, lamentablemente, muy individualista. Y es una de las profesiones que más sufrió la revolución high – tech (alta tecnología). Con decirte que mi viejo se hizo famoso hace 40 años por aplicar anestesia”, destacó el médico de la boca, que vive en Avellaneda.

El doctor explicó que “nuestro esquema corporal es de la edad media… De las cavernas. La naturaleza va a otros tiempos. Si el cuerpo no se ajusta al ritmo de vida, imaginate las cabezas. En la medicina, ir avanzando y demostrando que los pasos anteriores no servían, significa que no estamos diciendo cosas ciertas. Los seres humanos no estamos ni ahí cerca de la verdad, ni de la curación de las enfermedades. El constante avance tecnológico te obliga a acomodar constantemente la cabeza a un paradigma superior. Sobre todo en salud”.

Para Gómez, “lo mejor que puede hacer el dentista con su paciente es que se lleve bien con su boca. El médico tiene que hacer que el paciente tenga una buena relación con su cuerpo. Cuanto menos mete la mano el dentista, mejor. Cuanto menos se va al médico, mejor. ¡Los profesionales tenemos como consigna llevarle paz a la población! Estamos para pacificar. Eso surge del juramento hipocrático. Vos tenés que servir a la humanidad. Si te gusta la guita, comprá acciones o ponete un kiosquito. Porque si vos sos buen profesional, lo otro (la plata) viene por añadidura”, admitió con énfasis.

“Sócrates decía que una vida sin reflexión no merece ser vivida. Por eso a mí no me gusta ponerme en el lugar del profesional. A mí me gusta que me llamen Rodrigo”, aclaró.

Siguiendo en la línea de la reflexión, Rodrigo mencionó que “la salud también es altamente psicología”. Y justificó su enunciado: “Tenés un problema en la boca y eso te afecta a la personalidad. Tenés mal aliento y no podés hablar con nadie. Te gusta alguien y no te le acercás. La sonrisa tiene que ver con la personalidad, con el estado de ánimo, casi con lo espiritual. La salud con mayúscula es un estado espiritual que yo defiendo. Entonces, cuando yo me pongo en el lugar del profesional, del doctor, soy muy heavy metal. Muy combativo, muy conflictivo. Terriblemente rebelde. No puedo aceptar todo esto y ver como la salud colapsó”.

El odontólogo asumió que con el tiempo se volvió “más apasionado”. “Expongo y defiendo mis ideas y me gusta el camino que he ido tomando, aunque sé que todo eso rompe y va en contra de muchas cosas. Pero quiero luchar. Sé que hay cosas que están mal y tengo la perseverancia de querer cambiarlas. Como dijo José Martí: No hay tareas imposibles solo hay personas incapaces”, enfatizó con una sonrisa cómplice.

“Yo conozco el sistema de salud a la perfección –continuó Gómez- y sé que en los hospitales, para que a un tipo desocupado le saquen un muela tiene que hacer la cola tres días. Eso es la inhumanidad. Yo no puedo callar eso. Que una obra social me pague ocho mangos una extracción, no lo puedo callar. Esas situaciones me violentan”.

“Me gustaría agarrar todo el sistema de salud odontológico del municipio y llegar a todas las salitas que hay en la periferia. Ocuparme de toda esa gente y terminar con la gente durmiendo en los hospitales”, concluyó.

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