Dos situaciones que deben preocuparnos

Escribe el Dr. Juan Manuel Casella.

En un artículo de la semana pasada, dijimos que la droga nos derrota y tiene cómplices. Dos días después, la Iglesia Católica manifestó de manera pública y enfática su preocupación por el tema y también señaló la existencia de complicidades en el poder que son cada día más notorias y preocupantes.

La declaración de la Iglesia mereció algunas palabras del Gobernador Scioli que con absoluta tranquilidad, dijo públicamente que coincidía con esa preocupación.

La frase del Gobernador es la primera de las cuestiones insólitas que quiero abordar hoy. Porque se trata de un comentario que podría comprenderse en boca de un ciudadano común, pero es inaceptable en los labios de un Gobernador reelecto que hace seis años tiene a su cargo la conducción de la Provincia de Buenos Aires y que además, es el sucesor de cinco gobernadores anteriores de su mismo partido que gobierna la Provincia de Buenos Aires desde 1987 sin interrupciones.

La experiencia cotidiana nos indica que es el Gran Buenos Aires la zona del país en el que la droga ha alcanzado mayor penetración, especialmente en los sectores de menores ingresos. El paco no sólo produce adicción casi instantánea, sino además un deterioro veloz, inevitable e irreversible. Por eso, el Gobernador no puede limitarse a coincidir con la declaración de la Iglesia: debe demostrar que tiene una política para combatir al tráfico de drogas, que conduce y controla a la Policía de la Provincia de Buenos Aires y que dá respuesta clara a un flagelo que nos destruye como sociedad. Los hechos indican que el Gobernador no está en condiciones de exhibir algún éxito en ninguna de esas gestiones.

Por otro lado el Sr. Boudou, Vicepresidente en ejercicio, resolvió de un plumazo, ampliar en ochenta mil millones de pesos el presupuesto nacional. Es decir, ordenó un incremento equivalente a catorce mil millones de dólares sin pasar por el Congreso, sin informar a la opinión pública, sin control y sin rendición de cuentas.

Este gobierno, que afirma reiteradamente haber sacado al país del infierno, sigue apoyándose en legislación de emergencia para evadir el control parlamentario. Por eso, cuando hablamos de graves problemas de carácter institucional, no nos estamos quedando en lo formal: la legislación de emergencia permite que el Poder Ejecutivo disponga de sumas extraordinarias por su sola decisión y sin el consentimiento de los representantes del pueblo que es, en definitiva, el que pone la plata.

Las dos cuestiones que comentamos demuestran que la Argentina no tiene el gobierno que se merece.

Juan Manuel Casella
estudiocasella@cpacf.org.ar

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