El punto de inflexión que hoy conmemoramos no es la batalla de la Vuelta de Obligado, sino lo que esa victoria significó: nada menos que evitar la penetración de productos extranjeros en el mercado. La resistencia a la invasión anglo-francesa de 1845 en términos bélicos, permitió que la industria local no fuera colonizada.

Hace 176 años fue necesario un ejército para defender las fronteras y esa idea fundacional del “compre nacional” que hacía cimientos. La victoria en Vuelta de Obligado, además, facilitó algo superador: un tratado de paz con Francia y Gran Bretaña, que reconocía la soberanía sobre estas tierras y todo lo que se producía en ellas.

Desde hace décadas, defendemos eso mismo con nuestra industria. En Avellaneda, el ecosistema productivo aporta con el trabajo de cada Pyme las piezas que demanda esa construcción colectiva que nos define como nación.

La soberanía, decimos entonces, también está forjada por la industria. Y para eso nos unimos. Para que los problemas de uno, tengan soluciones para todos. Para que el sector productivo tenga cada vez más y mejores herramientas. Y nos unimos, ni más ni menos, para ejercer la soberanía.