Desordenes del sueño, una patología que conlleva consecuencias

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

La mayoría de las personas pasa un tercio de su vida durmiendo. El insomnio es una entre otras patologías, como la somnolencia diurna, las apneas y los ronquidos, la patología que millones de personas sufren a la hora de dormir. El estrés, las preocupaciones, la acumulación de situaciones angustiosas, el exceso de alcohol, de cafeína, de fármacos y otros estimulantes, además de diversos desórdenes en los hábitos cotidianos pueden ser la causa del insomnio. Muchas personas se han familiarizado con los problemas que se derivan de las dificultades para conciliar el sueño y asumen estos problemas como algo exclusivo de su personalidad o su modo de vida, pero este conformismo en general les suele resultar poco saludable. El insomnio termina convirtiéndose en un padecimiento que actúa negativamente en la vida de quien lo sufre, por ejemplo temor a que llegue la noche porque lo que tendría que ser un descanso reparador y agradable resulta un suplicio. En general el que padece insomnio suele sentir la dificultad de alejar de su pensamiento la necesidad de dormirse al mismo tiempo que esta pendiente de las horas que faltan para el amanecer y casi siempre justo cuando es casi la hora de levantarse le sobrevienen las ganas de dormir.

El insomnio es una de las alteraciones del sueño más común. La cantidad de horas de sueño necesarias depende de cada persona, de sus circunstancias y de su edad. El mejor indicador de que se ha dormido lo suficiente es la sensación de descanso que se experimenta al levantarse de la cama, por esto el sueño es un acto reparador del organismo, dormir el tiempo necesario para que podamos sentirnos activos durante todo el día. Este tiempo varía según cada persona y en general se estima que en las personas adultas es entre siete y nueve horas diarias. La función del sueño es esencial para nuestra mente y cuerpo, por eso es que los que padecen insomnio conviven con una permanente sensación de cansancio que es acompañada de irritabilidad, disminución en el rendimiento laboral, baja productividad en general, problemas cognitivos, incremento de accidentes, mayor riesgo de enfermedades y, en general, un empeoramiento de la calidad de vida. No alcanza con dormir muy poco, si los desórdenes del sueño se hacen crónicos se convierten en un problema de salud física y psicológica que deberíamos resolver.

Cuando no se duerme lo necesario, algo dentro de nuestra mente queda afectado y aun cuando sigamos funcionando, cada vez nos cuesta más trabajo conseguirlo y las repercusiones son de mayor relevancia. Las nuevas formas de vida con relación al aumento del ritmo de trabajo, la competitividad creciente, los desplazamientos laborales y las alteraciones horarias ayudan muy poco al sueño regular y profundo. Nuestras características biológicas, producto de miles de años de evolución, nos han programado para necesitar una determinada cantidad de horas de sueño diario, pero los cambios sociales se producen a un ritmo más acelerado que el de nuestra biología, con lo cual terminamos haciéndole a nuestro organismo demandas que quizá no está preparado para asumir.

Los actos previos a irse a la cama, como lavarse los dientes, ponerse el pijama o hacer el amor, son una señal para que el cerebro se disponga a relajarse y a experimentar la agradable sensación de la somnolencia, cosa que en los insomnes no ocurre ya que estas actividades rutinarias se transforman en una señal que comunica al cerebro que llega otra noche de querer y no poder dormir, con la inquietud y el malestar que esto produce.

Además de productos farmacológicos que deben ser administrados bajo supervisión médica, es posible también recurrir a algunas prácticas del tipo casero, que no tienen contradicciones médicas y que tal vez podrían ayudar, por ejemplo practicar alguna técnica de relajación que exige concentrarse en la respiración y la relajación de la musculatura no buscando el sueño y sí buscando un buen descanso durante algunos minutos que le lleve la relajación, y algunas medidas para favorecer el descanso nocturno tales como ir a la cama sólo cuando se tenga sueño, si pasado un tiempo no se logra dormir hacer algo antes de que nuestro cerebro asocie la cama con problemas de sueño, o tratar de lograr una regularidad a la hora de acostarse.

Cuando los desordenes del sueño persisten en el tiempo y llegan a ser crónicos, en general la mejor opción es acudir al médico y al psicólogo puesto que el insomnio puede producir serios problemas tanto en el organismo como en la vida social y afectiva.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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