Desde el suburbio: La Mancha de Rolando

Escribe Antonio J. González

“Nuestra historia comenzó allá por el ‘91 con los primeros ensayos en nuestro barrio natal de Avellaneda…” dicen estos pibes de Sarandí. “Somos todos amigos del barrio. Crecimos juntos. Apenas sabíamos tocar pero las ganas que teníamos de crecer eran increíbles”. Es una historia clásica de los conjuntos que nacen a partir de un grupo de amigos, pero en este caso partían de su compromiso con la cultura barrial, es decir, con los aconteceres y los personajes que ellos conocían. Así nació el nombre: “La Mancha de Rolando”.

“De a poco fuimos aprendiendo a tocar –continúan diciendo-, empezamos a tocar en vivo por Avellaneda, y otros lugares de la zona sur. En esa época tocábamos en la parada del blues, y también organizábamos nuestros recitales en el salón de la agrupación Racing club. Hacíamos de todo, el escenario con unos cachos de madera (cuando se podía, y si no, en el piso), hacíamos una barra con choris, vino y otros…Así llegamos a grabar nuestro primer disco en el 94: “El cóctel del tío Pupy”, editado originalmente en casete. Venía con un libro, una bandeja y un envoltorio de papel metálico, todo hecho a mano”. Es parte de la cultura de la artesanía y del crecimiento musical en el desarrollo de este relato, donde todos aportan a cada uno y al todo, como “d’artagnanes” modernos.

“En esa época comenzamos a hacer nuestras giras de verano por la costa Atlántica. Conseguíamos una casa, llevábamos los equipos en un flete (dos parlantes de un antiguo tocadiscos para amplificar las voces, una consola potenciada, dos micrófonos, algunos cables y mucho rock) y nos mandábamos a todos los lugares para poder tocar… Desde esa época la gira costera se hizo una tradición para nosotros. Tocamos gratis en la playa y nos cruzamos con muchos amigos. Mas adelante comenzamos a ir a la costa con el “Bondi” del tío Alberto: un Mercedes 1114 que funcionaba a puras ganas. Se quedaba cada dos por tres. Vivíamos y dormíamos los catorce amigos que salíamos de gira allí adentro. Parábamos en las estaciones de servicio y a veces conseguíamos algún lugar medio abandonado para dormir un poco más cómodos…y a veces también algún amigo nos invitaba con una ducha caliente. Son giras inolvidables”.

Luego grabaron discos por su cuenta y riesgo. Surgieron entonces “La ley del Gomero” y “Cabaña Elderly”, en casette. También lo hicieron con “Cintas mágicas” que era un compendio de sus obras tocadas por la varita mágica del “rioba” y que eran el deleite de los ocasionales paseantes del Parque Centenario, en Buenos Aires, donde iban a actuar los domingos porque sí, con la prepotencia del que hace y quiere ofrecer sus resultados. De a poco fueron sumando amigos: FM La Boca, Arpegios, Arlequines, Teatro Off Corrientes, Cemento… y sigue la lista.

Se agregaron nuevos discos: Animal Humano, Primer Cemento al Palo (primero grabado en vivo), Cintas Mágicas vol. 2, 10 Años en la ruta, testimonios que iban marcando un rumbo musical, no muy lejos de su “querida Avellaneda” y su origen barrial.

Luego se agregaron Juego de Locos y Viaje y una serie de actuaciones, giras y conciertos en Paraguay, Uruguay, Chile, para saltar el charco hacia España.

“Y los traidores de este lugar, reino de hambre y de miedo,/ tendrán que soportar la ira de los pueblos” dicen en su tema “Pinta tu aldea y pintarás al mundo”. “Sepan que no descansaré que romperé los suelos,/ para sembrar la semilla del mundo nuevo./ No mires alrededor, no busques consuelo,/ no pensés en lo peor si ya estás cerca del cielo./ Hoy tus ojos pueden ver horizontes nuevos/ y el silencio hizo estallar los muros del encierro”.

Es todo un compromiso y un camino. Con sabor a suburbio al sur del Riachuelo, a barrio omnipresente en la vida de los auténticos suburbanos. A pura música. A puro canto.

ajgpaloma@hotmail.com

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