Cuatro escritores poco conocidos
Escribe Antonio J. González.
Es cierto que nadie puede abarcar la totalidad de la realidad cambiante y multifacética que nos rodea. Pero sí podemos –a veces- poner la mirada sobre aquellos ciudadanos, periodistas, escritores y personas con trascendencia pública que han puesto su labor profesional o creativa al servicio de la ciudad. En nuestros cajones conservamos las huellas -modestas y amarillentas- de la historia de cuatro de ellas que hoy rescatamos en esta crónica.
Y una vez más recurro a la información que Norberto Folino, primer Director de Cultura municipal, publicó en el periódico Nueva Vida en la década del ’50. Menciona breves biografías sobre varios de esos ciudadanos. Alfredo A. López es uno de ellos. Era acido en 1874 y fallecido en 1956. Dice Folino: “tuvo activa actuación en el periodismo de Avellaneda en el que se iniciara desde las columnas de “El Pueblo”, a fines del siglo pasado”. Nos informa que en 1908 fundó el periódico “La Verdad” y en 1907 fue corresponsal del diario “La Prensa”. Editó y dirigió la revista “Avellaneda”, fue Juez de Paz y secretario de la municipalidad local, además de otras funciones públicas. Por último hace mención a su pertenencia al Racing Club y en donde fue designado representante en el Tribunal de Penas del Fútbol.
Gumersindo Gomez es otro de los mencionados. Nacido “en la época de la organización nacional y, a pesar de su afición a las letras, abrazó la carrera de las armas” en 1876, dice Folino. Al retirarse a la vida civil se radicó en Barracas al Sud, “donde alcanzó un sólido prestigio político, dedicando además su tiempo a sus aficiones literarias” con la publicación de un libro de poesías, considerado por un diario de la época como “muy románticas” teniendo en cuenta su condición de exmilitar.
También incluye una breve reseña del escritor Eduardo Bianco (1891) que fue premiado en varias selecciones y publicó el libro de poesías “Por el sendero” en 1935. Fue corresponsal del diario local “La Opinión” y otros periódicos de la zona y Buenos Aires.
Por último, incluye a José C. Quevedo (1893-1953) de historia sindical en Luz y Fuerza. Elegido en 1951 diputado nacional. Publicó sus trabajos en “Nueva Vida” (1928) y en dos libros: “Pinceladas” y “Arengas” (con un grabado de Facio Hecbequer) y otros folletos sobre sindicalismo.
Valgan estas menciones como un aporte a la difusión de estos escritores y poetas no demasiado conocidos en la historia local. Fueron, además, hombres integrados a la acción ciudadana y política.
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