Cuando las adicciones son sin droga

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

Actualmente, la psicología reconoce que no es necesaria la presencia de una sustancia para ser adicto. Existen formas encubiertas, o socialmente aceptadas de adicción, que son típicas de nuestro mundo contemporáneo, y que sin ser tan destructivas como las adicciones con sustancias, implican un cercenamiento de nuestra libertad, una alteración en nuestra jerarquía de valores, y conllevan inevitablemente, consecuencias en la vida personal, en la vida familiar y en la vida social. Las adicciones sin droga más populares y más conocidas, son la adicción a la televisión y la adicción a Internet, entre otras. En relación con la adicción a la televisión, puede verse claramente, que generalmente esta adicción se pone en marcha cuando las personas y las familias, que al pasar muchas horas lejos de su casa, llega un momento del día que no ven la hora de llegar, liberarse de las presiones, y poder disfrutar de algo que les plazca, y alejarse de la violencia de la calle.

El avance de los medios de comunicación y el desarrollo tecnológico, hicieron hoy de la televisión, esa única fuente de divertimento familiar, que en vez de reunir, genera aislamiento y desconexión en las familias, esto es para algunos casos de familias que usan de este modo la televisión, sin enterarse que es una excusa para no comunicarse.

El efecto que se produce en los niños, es mucho peor y preocupante, ya que las estadísticas, son alarmantes respecto de que señalan la cantidad de horas que los niños pasan frente a este poderoso instrumento, que es informativo y educativo, pero también deforma. El aprendizaje social, es la imitación de los modelos, y esto se nos hace patente en las modas, en los gustos, y en las aspiraciones que la publicidad televisiva nos crea cada día.

La televisión se transforma en adicción cuando, por ejemplo, no podemos elegir lo que miramos, aunque esté en contra de lo que pensamos o sentimos, cuando por ejemplo, impide el diálogo familiar en torno a la mesa, cuando por ejemplo, es nuestra única fuente de diversión o de información, o cuando por ejemplo, llena el espacio que el silencio debería tener, para el diálogo con nosotros mismos y para el ejercicio de la reflexión.

Cuando hablamos de la adicción a Internet, en primer lugar, observamos que Internet, si bien es una herramienta a la que se le atribuyen innumerables ventajas, tanto para la educación, como para el comercio, el entretenimiento y la información, no obstante, también se le atribuyen propiedades negativas, como por ejemplo, que Internet reduce el círculo social y afecta el bienestar psicológico, desplazando la actividad social y reemplazando los lazos de unión fuertes por otros más débiles.

Las consecuencias de estas adicciones, en general suelen fomentar en las personas, pérdida de control y extrema dependencia, y a su vez, genera un grado de interferencia, en relación con el aislamiento, en las relaciones familiares, las relaciones sociales y las relaciones laborales.

Son las llamadas adicciones tecnológicas, no son químicas, e involucran la interacción entre el hombre y la máquina, y pueden ser pasivas, como por ejemplo la televisión, ó, pueden ser activas, como por ejemplo los juegos de computadora o Internet.

Existen señales que pueden ayudarnos a alertar sobre estas conductas sintomáticas que muestran la adicción, la necesidad de incrementar notablemente la cantidad de tiempo en Internet o la televisión para lograr satisfacción, el deseo persistente o el esfuerzo infructuoso de controlar o interrumpir su uso, la búsqueda de nuevas actividades relacionadas al uso de Internet, por ejemplo hacer compras por Internet, cuando las actividades sociales, ocupacionales o recreativas se dejan de lado o se reducen a causa de esta adicción a la televisión o a Internet, cuando por ejemplo Internet se sigue usando a pesar de saber que se tiene un persistente o recurrente problema físico, social, ocupacional o psicológico, que parece ser causado o exacerbado por el uso de Internet, por ejemplo la privación o disturbios en el sueño, las dificultades maritales, la llegada tarde a los compromisos de la mañana, el abandono de los deberes profesionales o los sentimientos de abandono de las personas significativas. Entre todas las conductas sintomáticas, existe una que acarrea mayores consecuencias a corto plazo, y es la privación del sueño.

La privación del sueño, se produce por la imposibilidad del adicto a cortar la conexión, permaneciendo despierto hasta altas horas de la madrugada, y esto da lugar a la fatiga, debilitamiento del sistema inmunitario y un deterioro de la salud.

Lic. en Psicología Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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