Vivió en años sacudidos por cambios para la sociedad argentina y la ciudad que lo cobijó. Formó su familia y trabajó con fe en la nueva imagen de esta margen del Riachuelo. Wilfrid R. M. Galán tuvo el privilegio de incorporarse -en los primeros años del ’40- al grupo de hombres y mujeres que alimentaron el perfil de ciudad industrial pero también el costado sensible, su mirada desde la cultura y el arte.

Podemos imaginarlo entre el auditorio que un 24 de mayo de 1941 escuchó al poeta Baldomero Fernández Moreno en la apertura de la Asociación Gente de Arte. Al poco tiempo, Galán estaba activo entre los pioneros de esa entidad, a la vez que con sus inquietudes, sus escritos, sus conferencias, conmovía el auditorio de la nueva asociación.

En 1948, con la generosidad y benevolencia característica de Don Bartolo Chiessino, publicó su libro de poesía «Canciones de la ruta y del alma» con el sello editorial de Gente de Arte. En esta entidad fue tesorero y secretario general durante nueve años, pero las artes plásticas, la palabra y la poesía siguieron por muchos años más, hasta su desaparición, en la mirada de un hombre que diseminó semillas con la seguridad de que no sería en vano.

Fue pintor y escritor. Sus obras plásticas participaron de salones y exposiciones, y sus textos y poesías fueron publicados en Vuelo y otros periódicos.

En uno de sus poemas nos habla ese oficio de poetizar: “Preguntas por qué escribo y me solaza / este ambular por imprecisas tierras, / en vigilias inútiles y blancas./ Porque sigo buscando si fracasa / noche a noche mi sueño, que se aferra / a la desnuda realidad que estanca. / Sé que mi verso no tiene trascendencia, / que es apenas la nube que en el paisaje rompe / la monótona comba de un cielo indiferente. / Sé que mi palabra se pierde en la confluencia / de enormes ríos de augurales voces, / y es una gota leve en un torrente”. Para finalizar su poesía: “Tú te preguntas por qué escribo y canto / pregunta al río porque corre tanto”.

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