Mi padre discutía con su cuñado, Pedro Fraga, el esposo de mi tía Isabel. Ambos eran libertarios, individualistas, pero tenían enfoques diferentes. Mi tío Pedro consideraba que había que redimir a los más humillados, a los más desamparados.
Odiaba la demagogia y al clero con tanta vehemencia como mi padre. Reunía en la cocina de su humilde hogar a todo zaparrastroso que caminaba por Piñeiro. Es lo que cuenta Carlos Penelas en su libro Los gallegos anarquistas en Argentina y habla de su niñez en ese barrio nuestro. Eran años en que la movilización anarquista se hacía sentir en Piñeyro, con los cafés temáticos, las discusiones en casa de familia y la cocina roja de los Picollo.
Los dejaba dormir en la cocina ante el miedo de mi tía Isabel relata Penelas- que sufría los estados emocionales de su esposo. Quería que dejasen la bebida. Les servía sopa y un vaso de agua. Les leía El Quijote, les hablaba de la solidaridad humana, de la Guerra Civil Española y de la hipocresía de la Iglesia. Éstos solían estar dos o tres días como máximo escuchando sus sermones laicos para huir inesperadamente. Si alguno de ellos regresaba en estado de ebriedad, mi tío lo recibía con su escopeta apuntándolo a la cabeza. Mi padre le decía que eso no conducía a nada, que perdía el tiempo. Mi tío insistía en que la lectura, la sopa y el vaso de agua purificaban el espíritu. Era un hombre de una fuerza descomunal, noble, cándido. Deseo recordar algo que jamás volvía a ver: los pájaros estaban libres por toda la casa y comían de la palma de su mano.
Luego la familia Penelas cambia de barrio. Carlos, ya poeta y escritor, caminador de los tiempos sociales del país, recuerda en un poema aquella memoria barrial: Leo con la amada / un cuento de Cortázar en el Astral. / Podría haber sido el Derby o el Gijón./ Nombro Avellaneda, Piñeyro, Barracas. / Mariano Acosta, una calle del sur./ El azar y el hambre son parte de esta historia./ Llegaron anaqueles, plegarias, naves./ El olor del caldo, del pan, de los relojes./ y la mirada libertaria que es vigilia.
Nos encontramos con Penelas, mediante la intervención de Roberto Díaz, cuando en Galicia se publicaba el libro Voces do alén-mar con poesías de ellos, Lucas Moreno y este cronista. Éramos cuatro poetas hijos de gallegos y allá nos consideraban gallegos nacidos en otra tierra.
Penelas consolidó una multifacética presencia en la literatura argentina. Colaboró con Leónidas Barleta en Propósitos además de otras publicaciones, revistas literarias nacionales y extranjeras, etc. En 1984 fue director de los talleres literarios de la Sociedad Argentina de Escritores. Es autor de varias decenas de libros de poesía y de la historia de gallegos en nuestro país.
Pero este sur siempre es inquietante para espíritus nostálgicos como él.
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