Cantores populares en Sarandí

Escribe Antonio J. González.

El recordado Pascual Romano era un apasionado de los viejos recuerdos de su barrio: Sarandí. Su memoria y la de los vecinos que él conocía, ayudaron a registrar a la mayoría de los personajes notables que vivieron o trabajaron en ese rincón de nuestra ciudad. Para eso Romano se encargó de recopilar cada uno de esos recuerdos y, en especial, los de los artistas y deportistas.

En la nota que publicó en las páginas de este diario en 1984, aparecen pequeños registros del paso por ese barrio de Lolita Torres, Patricia Castell, Carlos Lamas, Pedro Spinelli, Jorge del Río, José Demarco y otros cultores de la música y el canto.

Entre ellos, remarca el trabajo de canillita de Rubén Juárez, “que ocupara la parada de la vereda de enfrente de la que también ocupara el recordado “Siso”, allí sobre Salta y Av. Mitre y que más tarde resultara un gran tanguero…” según la citada nota periodística. El puesto de diarios de Siso se encontraba en la esquina de Av. Mitre y Cucha Cucha. Ambas paradas a cien metros del Viaducto Sarandí, en pleno centro comercial.

Y esa zona aparece como punto de reunión de anécdotas y actividades de esos y otros personajes de trascendencia para el arte nacional. Pasa esto también con Horacio Guarany, quien trabajó de joven en una lechería (vaya ironía) de ese lugar.

Romano dice: “Cuando llegó de su querido Chaco (santafecino), recaló y fondeó en Sarandí, allí, en la hoy desaparecida “Lechería de Roca”, sobre la Av. Mitre entre las calles Cucha Cucha y Craig.
Allí empezó como “lavacopas”.

“Es decir –continúa- que también allí pisó nuestro barrio y por un largo tiempo. Guarany casi siempre recuerda ese episodio de su vida y también recuerda entre otra gente de aquella época, a Victorio, aquel muchacho de entendederas flojas, y lo hace con mucho cariño”.

Por esos lugares también pasó una parte de su infancia Néstor Fabián, bajo la protección de una familia y una madre del corazón: Rosa Pestilo, en calles y veredas del Sarandi de los años del ’40 al ‘50. El niño había perdido a su familia y fue adoptado por Doña Rosa con domicilio en este barrio de Avellaneda. Según su historia, Doña Rosa “le borró al pequeño, el resentimiento que le pudo haber nacido por la fatalidad de haber perdido a sus padres y le brindó una niñez feliz”.

También en la misma zona transcurrieron algunos años de la infancia del “ruiseñor” del tango, Angel Vargas. “A los diez años corretea por la Avenida Mitre y el arroyo, en Sarandí, Avellaneda, para afincarse más adelante en Wilde…” cuenta Susana Aguirre en su libro “Tango, pasión y vida”.

Como vemos, todos ellos fueron y son referentes indispensables de la historia del cancionero popular. Eran épocas del gran auge de la música ciudadana y las canciones de raíces provincianas.

Se nutrieron de la cultura barrial, sus posibilidades de trabajo y formación cultural, el espíritu de solidaridad y los encuentros que se producen en la dinámica de las poblaciones que vivían de aquel lugar. No es poca cosa.

Han pasado muchos años desde entonces. Aquella cultura barrial se ha transformado en la actual multicolor realidad con algunas raíces genuinas y otras importadas. Ya los niños no corretean tanto por las calles y el barrio participa en menor medida en su crecimiento. Son otros tiempos… que sin duda originan nuevos artistas populares, nuevas expresiones del canto y la canción.

Diferentes… en donde el barrio se cuela con vías de encuentro, más débiles, pero no por ello menos auténticas.

 

Antonio J. González

ajgpaloma@gmail.com

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