¿Cabe el universo en una panadería?

Escribe Antonio J. González.

“Es un infierno este calor, señora…” se quejaba una vecina frente al mostrador de una panadería en Sarandí. “No sé què pasa. Hay más calor que en otros años…” concluyó como una descarga existencial. “Mire –dijo la panadera- hace algunos años había sombra en esta vereda hasta el mediodía… Ahora tengo sol desde la mañana…” “¿Usted en qué vereda vive?” pregunta a este cronista que esperaba en lo último de la fila. “Esta misma” confirmo. “Pero no registro si ha cambiado la posición del sol… Pero todo cambia. Vivimos en un universo en constante cambio”, me largo. “Ah, claro… pero calores como éstos no se vieron…” afirma la vecina. “El calentamiento global…” aventura un señor.

“¿Y qué me dice de las explosiones solares de estos días…?” aventura un tercero. A esta altura me voy acercando al mostrador y digo como al pasar que todo está en movimiento en el universo y que el eje de la tierra también… Pero de pronto me veo envuelto en comentarios que pertenecen a las certezas y enigmas de la ciencia y la filosofía… en una mañana de verano, a la espera de comprar el pan del día.

Vuelvo a casa y pienso que estos temas, estas percepciones, no se daban unos años antes en la fila de la panadería. ¿Se han popularizado los nuevos conocimientos científicos y las evoluciones que se producen en nuestra vida? ¿Hay una mayor información sobre las modificaciones o hallazgos en esos campos? En parte así es, pero también aquí entra en juego ese barniz banal que tiñe el tipo de información de los medios gráficos y audiovisuales.

Es cierto que existe una divulgación de los nuevos conocimientos, pero aquí también juega la premisa impuesta en materia de comunicación masiva: tiene que haber tragedia por medio, o infundir o poner la semilla para que el miedo germine en los oyentes, o la sola posibilidad de crear pánico o zozobra en los desprevenidos habitantes de nuestras ciudades. Si no está, hay que inventarla, adivinarla o suponerla… para que funcione. Informar… pero atraparnos por el lado de los temores o el drama.

Para ello sirve tanto el paso natural y rigurosamente observado de un meteorito cerca de la tierra o que los estallidos de energía en el sol “podrían” provocar cambios en las comunicaciones y otras lindezas de esta vida actual. Si se trata de los cambios climáticos, nada se dice de quiénes son responsables para que tales fenómenos puedan modificar el viaje de nuestro planeta por el espacio.

Ah, pero todo esto no podría ser analizado en la panadería, aunque se trate de poner en el horno las buenas ideas sobre el hombre y sus constelaciones. Vuelvo con el medio kilo de pan y entro en mi casa, de la vereda del sol, y mi señora me ataja: “¿Por qué tardaste tanto?”. No supe cómo explicarle que me había demorado en un cambio de opiniones sobre el comportamiento de la Naturaleza, los movimientos astrales y las novedades científicas simplificadas en la cola de la panadería, a la espera de la ración de pan. Me alcé de hombros y me puse a escribir esta crónica.

ajgpaloma@gmail.com

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