Brasil ratificó la cúpula militar tras los cambios en Defensa

La presidenta Dilma Rousseff reunió ayer a los altos jefes militares para asegurarles que el nuevo ministro de Defensa, Celso Amorim, no va a realizar cambios en los comandos castrenses con lo que buscó evitar cualquier incertidumbre tras la renuncia de Nelson Jobim.

De acuerdo con los medios locales Estado y Folha de San Pablo, en el encuentro que se realizó este mediodía en el Palacio Alvorada, la presidenta les pidió a los comandantes de las Fuerzas Armadas que “mantengan la normalidad institucional” y los invitó a “continuar en sus cargos” tras el cambio de ministro.

Con la misma intención de atemperar ánimos, el nuevo ministro de Defensa Celso Amorim -quien asumirá el cargo el lunes- dijo que tiene “aprecio por el trabajo hecho por los antecesores, inclusive Nelson Jobim” y aseguró que pretende responder en su gestión a los “intereses mayores estratégicos de la nación”.

Rousseff reunió al jefe del estado Mayor Conjunto, general José Carlos De Nardi; al jefe de la Marina, almirante Moura Neto; de la Aeronáutica, brigadier Juniti Saito; y del Ejército, general Enzo Peri, quienes ya se encotraban en estos cargos en el gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

En el encuentro, la mandataria habría anticipado que “el nuevo ministro no va a hacer cambios en los Comandos Militares”.

A la salida de la reunión, los militares mantuvieron un discurso institucional y dijeron que las Fuerzas Armadas tienen su misión definida por la Constitución y expresaron que, como tal, están al servicio del Estado y no de las personas.

El encuentro se repetirá mañana, ya que Amorim anticipó que tiene previsto reunirse con los jefes militares y la presidenta Rouuseff en Brasilia.

Los medios locales reflejaban hoy de fuentes castrenses el malestar de los altos mandos de las Fuerzas Armadas por la designación de Amorim, especialmente por su perfil diplomático e ideológico.

Jobim renunció anoche a la cartera de Defensa luego de un escándalo provocado por sus declaraciones contra colegas del gabinete de la presidenta Rousseff.

La designación de Amorim generó las primeras críticas de la oposición por el perfil ideológico del ex diplomático para conducir a las Fuerzas Armadas y por la sucesión de cambios que ya atravesó el gobierno de Rousseff.

Entre las repercusiones, Alvaro Dias, líder del PSDB en el Senado dijo que le causaba “espanto que el gobierno, en tan poco tiempo, aparezca tan confuso, inseguro y perturbado políticamente.

Me parece poco tiempo para tantas alteraciones”.

Dias se refería a las renuncias en los siete primeros meses de gestión de Rousseff de los ministros de la Casa Civil, Antonio Palocci; de Transportes, Alfredo Nascimento, y de Jobim, además de los enroques de funcionarios en otras cinco carteras.

Pero entre las voces que justificaban el cambio, resaltó la del ex presidente Lula da Silva quien dijo que “no es correcto hacer críticas sobre otros ministros, no es elegante”, aunque consideró “excepcional” el trabajo de Jobim en el Ministerio de Defensa.

Titular de Defensa desde 2007, cuando fue nombrado por el ex mandatario Lula da Silva, Jobim había sido ratificado en el cargo en enero de 2011 por Rousseff.

La renuncia de Jobim se decidió durante una charla telefónica que mantuvo el ex ministro con la presidenta Rousseff, luego que la mandataria leyera el reportaje completo que publicó la revista Piauí, en la que el ministro criticaba a sus colegas de gabinete.

Jobim negó haberse referido en forma despectiva a la jefa de ministros, Gleisi Hoffmann, y la ministra de Relaciones Institucionales, Ideli Salvatti, y atribuyó esas versiones a “los juegos de las intrigas y las especulaciones”.

Pero la continuidad de Jobim -afiliado del aliado PMDB- ya había sido puesta en duda desde el oficialista Partido de los Trabajadores cuando el ex ministro reveló en otro reportaje que había votado por su amigo José Serra en las elecciones de octubre.

“Eso forma parte del juego de la intriga, de la desestabilizaciones, de aquello que pasa por la cabeza de quien no percibe las necesidades del país”, había afirmado Jobim ayer en Tabatinga, estado de Amazonas, poco antes de que Rousseff le pidiera la carta de renuncia.

Ahora, la primera prueba de Amorim, será probablemente la aprobación por el Congreso del proyecto de Rousseff de crear una Comisión de la Verdad para investigar los crímenes practicados durante la dictadura brasileña y para ubicar los cuerpos de cientos de desaparecidos.

La propuesta genera desde hace años temores en los medios castrenses pese a que el gobierno aseguró que no pretende abrir juicios contra los responsables de violaciones de los derechos humanos, beneficiados por la Ley de Amnistía de 1979.

En los últimos años, Jobim siempre se manifestó contrario a la creación de la Comisión de la Verdad que impulsaba Lula, lo que le generó varios cruces con sus pares de Justicia y de Derechos Humanos.

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