Bártoli se quebró y dijo estar “arrepentido” de no haber llevado a María Marta al hospital

Guillermo Bártoli aseguró que está “arrepentido” de no haber llevado a un hospital a su cuñada María Marta García Belsunce para que la atendieran cuando se enteró de su supuesto accidente, lloró y cuestionó un peritaje de voz clave para imputar a su esposa como coautora del homicidio.

Al declarar por primera vez en el juicio que se le sigue por el encubrimiento del crimen, Bártoli relató ante los miembros del Tribunal Oral Criminal (TOC) 1 de de San Isidro durante casi cuatro horas lo ocurrido el 27 de octubre de 2002 en el country carmel de Pilar.

“Estoy dispuesto a que me pregunten todo y quiero demostrar mi inocencia”, dijo al iniciar su exposición.

Vestido con pantalones blancos y buzo polar verde, el imputado recordó que cuando le avisaron que su cuñada había tenido un accidente, fue hacia la casa en la que ella vivía con su esposo, Carlos Carrascosa.

“Como soy muy intuitivo, pensé en tirar el asiento de la camioneta, que era rural, y subirla ahí, creyendo que iba a tener una pierna rota. Ahora de lo único que me arrepiento es de eso. Si la hubiéramos llevado al (hospital) Austral hoy no estaríamos hablando de esto”, dijo Bártoli al borde del llanto.

El acusado contó que al entrar a la casa y subir al dormitorio, encontró a María Marta tirada en el piso, a la masajista Beatriz Michelini haciéndole respiración boca a boca y a Carrascosa hablando por teléfono.

Poco después, a pedido de la fiscal Laura Syseskind, se reprodujo en la sala de audiencias el audio de un llamada que el viudo hizo a las 19.07 de ese día a la prepaga para pedir una ambulancia, conversación de la cual peritos de Gendarmería Nacional lograron filtrar la voz de un hombre y de una mujer que se oían de fondo.

Para la fiscalía esas voces pertenecen a Bártoli y a su mujer, Irene Hurtig, cuando manipulaban el cuerpo de María Marta y decían “tenela”, “tocala”, “cerrá la puer…”, “sí, está muert…”.

¿”Es su voz la que se escucha”?, le preguntó la fiscal, a lo que Bártoli contestó tajante: “Yo no escucho ninguna voz, escucho a Carlos Carrascosa y al operador de OSDE”, tras lo cual destacó que en ningún momento se pronuncia su nombre.

“Todo ese diálogo es mentira. Y si esa pudiera ser mi voz, la otra es la de Beatriz Michelini, pero esa conversación no se dio entre nosotros. Sólo había gemidos y llantos”, remarcó Bártoli, quien aclaró que su esposa no estaba allí sino buscando un médico por el country.

Luego recordó que cuando Irene Hurtig declaró como testigo en la instrucción del caso, afirmó que al llegar a la casa, Michelini pedía a gritos un médico y él gritaba “¡Vamos María!” cuando la reanimaba, lo cual no se escucha en el peritaje.

“¿Entonces ese diálogo no existió, usted interpreta que fue fraguado?, le preguntó el abogado Roberto Ribas, defensor de Michelini, a lo que Bártoli respondió: “Ella no dijo esas cosas”.

“Una cosa es el subtitulado y otra lo que se escucha. Si llegara a ser mi voz, no mantuve ese diálogo. Había gritos, sollozos, ruidos… ¿alguien me puede decir en esta sala si escucha ese diálogo?”, preguntó el acusado.

En 2007 Bártoli había admitido en una nota con el diario Perfil que esa era su voz y también lo hizo en un escrito, lo cual fue marcado por la fiscal como una contradicción, pero hoy dijo que “no hay diferencias” con lo declarado hoy y por entonces.

El acusado agregó que la masajista “no encubrió nada, sino que hizo esfuerzos inhumanos por salvar a María Marta; tanto ella como (el médico de la ambulancia de OSDE, Juan) Gauvry Gordon actuaron de buena fe”.

“Me parece una injusticia que se la acuse de un delito, me da mucho dolor y también es una injusticia que esté imputado yo, que lo único que hice fue tratar de salvar a mi cuñada”, enfatizó.

Al comienzo de su declaración, Bártoli dijo que colaboró con las tareas de reanimación hasta que se sintió mal, salió a tomar un poco de aire y en ese momento arribó el vecino Diego Piazza, estudiante de medicina, y luego Gauvry Gordon.

Sin poder precisar horarios, dijo que previamente su mujer también había llegado, fue a buscar al joven a su casa y a otro médico del country, Eduardo Zancoli, datos con los que saca a Irene de la escena del crimen.

Según Bártoli, cuando llegó la segunda ambulancia, los médicos hicieron “un esfuerzo terrible” para resucitar a María Marta con “un globo naranja”, aunque su cuñada murió, según se lo comunicó el médico Santiago Biasi.

“El médico bajó y dijo: `Qué tonto accidente, se golpeó con las canillas, no pudimos hacer nada”, recordó el acusado que le dijo Biasi a Carrascosa, tras lo cual aclaró que en ningún momento vio sangre en la ropa de su cuñado.

Bártoli agregó que la noticia de la muerte se la había dado poco antes a él Gauvry Gordon -también acusado en este juicio-, quien le dijo que iban a limpiar el baño por si llegaban familiares.

“Entonces voy al lavadero y busco un trapo, un balde y un lampazo y se lo entrego a Beatriz y al camillero, pero yo no fui a limpiar”, aclaró Bártoli, sobre quien pesa la acusación de haber ordenado lavar la escena del crimen.

También negó haberle pedido a las mucamas que “ventilaran” la casa, haberle cambiado la ropa a María Marta o cambiado su ropa, tal como lo acusa la fiscalía.

En otro tramo de su declaración, Bártoli negó haber fraguado el certificado de defunción de la víctima y haber pedido que se cremara su cuerpo y explicó que sólo siguió “instrucciones” de la familia porque nunca había hecho trámites referidos a un sepelio.

¿No era más fácil llamar a la Policía?”, le preguntó el juez Ariel Introzzi Truglia luego de que Bártoli relatara su periplo por varias casas funerarias, pero éste le replicó: “No, porque para mí era un accidente”.

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