Avellaneda, una ciudad renovada y verde

Escribe Florencia Podestá.

Son cada vez más las personas que eligen vivir en Avellaneda. Esto se evidencia en el crecimiento exponencial de la construcción de edificios, en la creciente demanda y la cada vez menor oferta de alquileres, en la cantidad de gente que transita calles, negocios y lugares al aire libre.

 

Avellaneda exhibe un importante aumento de la infraestructura urbana. La mejora en calles, la recuperación de edificios históricos, algunos de ellos transformados en establecimientos de educación superior, y la recuperación de espacios públicos son sólo ejemplos de un dato necesario para analizar la realidad de una ciudad que fue una de las tantas víctimas del vaciamiento neoliberal con cierre fábricas y comercios, crecimiento de viviendas precarias, economía informal y aumento de la pobreza.

Hoy la realidad es otra. Pero es interesante centrarse en un fenómeno que ocupa gran parte del renovado atractivo que tiene la ciudad, y es la recuperación de los espacios verdes. La recuperación y refacción de terrenos que hoy se convirtieron en plazas, parques, lugares de recreación y esparcimiento.

Por iniciativa de la Municipalidad de Avellaneda y con la lógica de una política pública que privilegia la salud y el deporte hace poco tiempo comenzó a funcionar el Sector X. un amplio espacio verde localizado en las calles Vélez Sarsfield y Colón donde todos los fines de semana un grupo de docentes especializados organiza juegos, brinda clases de gimnasia y promueve el armado de diferentes actividades que congregan a grandes y chicos.

Zonas de Avellaneda que antes eran consideradas inseguras, hoy reúnen a centenares de familias que se benefician con el atractivo de diferentes espacios recuperados donde el verde y las diferentes propuestas son motivo para no tener que trasladarse a otros lugares para disfrutar de un fin de semana de esparcimiento.

La importancia y proliferación de los espacios verdes no es un aspecto menor al momento de analizar los factores que contribuyen a la salud de la población. Entre los aspectos positivos pueden mencionarse la conciencia ecológica, el proceso de enraizamiento de la comunidad, la construcción de identidades socioculturales, el sentimiento de seguridad entre los vecinos que se congregan en plazas y parques para disfrutar de diferentes actividades y, sobre todo, los beneficios a la salud mental y física.

El enraizamiento (vinculación de los ciudadanos con los espacios verdes) es un fenómeno cada vez más estudiado en las grandes ciudades. Los vastos asentamientos urbanos se caracterizan por el ruido, la muchedumbre, y la falta de privacidad entre otros efectos, todos ellos, inducen al debilitamiento de los lazos sociales entre los vecinos e impiden, de algún modo, el sentido de comunidad.

Algunas experiencias demuestran cómo la implicación de los habitantes de la ciudad en programas de creación de espacios verdes en sus barriadas, facilita el conocimiento mutuo entre los participantes y su interacción social, desarrollando un sentimiento de identidad con el entorno, además de generar altos niveles de satisfacción personal por elegir y controlar las condiciones de su propio entorno natural.

Asimismo, cuando se habla de sentimiento de seguridad es necesario destacar que la creación de zonas verdes en las ciudades aumenta la sensación de seguridad en los vecinos, disminuye las tasas de criminalidad y promueve la reducción de las expresiones de violencia. Numerosos estudios explican cómo la presencia de personas en los espacios públicos destinados al esparcimiento ayuda a controlar el crimen y aumentar la seguridad.

Por último, especialistas en salud física y mental han podido establecer una asociación entre la disminución del estrés y la mejora de la salud física de los residentes urbanos y la presencia de espacios verdes y, por supuesto, la percepción positiva de los ciudadanos frente a este hecho. Se ha demostrado que los vecinos que viven cercanos a paisajes con árboles y vegetación presentan estados fisiológicos más distendidos que aquellos que viven en entornos sin naturaleza.

Los testimonios de los vecinos son elocuentes. Marcela Morali (53) docente de la Ciudad de Avellaneda quien todos los fines de semana viajaba a la Reserva Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires, hoy prefiere quedarse los fines de semana en Avellaneda. “Desde que apareció el Sector X no me pierdo nunca las clases de gimnasia de los domingos. Antes para ver un poco de verde iba a la Reserva, ahora acá tengo todo lo que necesito”, concluye.

Por otro lado, Diego Bartalotta (32) vecino de Quinta Galli, cansado de los espacios cerrados, cuenta: “Baje diez kilos corriendo en la zona de Plaza Illia, el nuevo Sector X y los alrededores de la cancha de Racing. No tolero los espacios cerrados para hacer ejercicio y los cambios que hubo en Avellaneda en este tiempo hicieron que muchos vecinos podamos salir a correr”.

El fenómeno verde vino para quedarse y son cada vez más quienes disfrutan de sus beneficios en la Ciudad de Avellaneda.

 

Florencia Podestá

Estudiante de la UNDAV en práctica pre profesional en el Diario La Ciudad

mflorenciapodesta@gmail.com

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