Artistas víctimas de su propio drama

Escribe Antonio J. González.

Uno no termina de acostumbrarse a la existencia de la autodestrucción que algunos humanos ejecutan desesperanzados, con coraje y decisión. En el universo de los artistas, escritores, poetas, pintores y músicos pareciera rondar la sombra del suicidio que marca el punto más alto de un drama personal, único e intransferible. Los psicólogos y psiquiatras se esmeran para explicarlo, anticiparlo, contenerlo, pero la criatura humana muchas veces no acepta paternalismos o consejos, ni la solvencia de los profesionales, porque el dolor es algo único, indomable y letal.

En nuestra ciudad, y en el recuerdo de este cronista, sobreviven tres historias que sucedieron a nuestro costado, sin remedio ni consuelo. La primera de ellas –y no son las únicas- habla de un dolor cargado de soledad, incomprensión y debilidad emocional. Zulema Galletti fue una pintora residente en Sarandi, en su casa humilde cerca de la estación del ferrocarril. Concurría a la Asociación Gente de Arte y se sumó al núcleo dirigente de la entidad en la década del ‘60. El 1969 realiza una exposición de sus obras en la entidad y en 1970 colabora activamente en la puesta a punto de la casa provisoria que se instaló en los terrenos de la actual sede. En 1972 integra la Comisión Directiva en calidad de vocal titular.

Pero una mañana nos sacude la tragedia y la sorpresa. La encuentran colgando en medio de su precaria habitación, sin noticias, mensajes o justificaciones que nos dieran una mayor comprensión de aquella decisión dolorosa.

Una experiencia personal también viene a la memoria. Un joven, sobrino de mi tía, Aldo Formica, se había incorporado al grupo de teatro del Centro de Cultura Popular que habíamos instalado en la calle Güemes. De aspecto tímido, introvertido y sencillo el joven participa de nuestras actividades y un día lo invito a que lea unos poemas en la Sociedad de Fomento Sarmiento con Fernández Larrain y este cronista. Después no lo ví más, hasta que un día nos avisan que había desaparecido. De acuerdo con su hermana, me pongo a buscar noticias en la Prefectura del Riachuelo porque sabíamos que un joven de sus características se había arrojado de uno de los puentes. Una tarde regresaba sin noticias ciertas de la Prefectura y al llegar al puente viejo de Barracas descubro que estaban sacando su cuerpo de las negras aguas.

Y para no extender esta reseña, la autoinmolación del pintor y docente, que fuera presidente de Gente de Arte, Francisco López Grela, en su taller de su domicilio, marca una nueva herida sobre la experiencia de quien escribe esta nota, por los lazos afectivos, solidarios y sociales que lo vinculaban.
Nada es perfecto y ordenado. El caos, la desolación, la angustia y el dolor son aliados importantes para decidir la suerte de las vidas de seres valiosos y tiernos. Valga este recuerdo personal para ellos.

ajgpaloma@gmail.com

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