Según pudo confirmar La Ciudad, los empleados del negocio ya habían sido advertidos de la posibilidad del hecho, por lo cual alrededor de las 17 horas cerraron durante media hora sus puertas. No obstante, al haberse registrado ya otras falsas alarmas en días anteriores, decidieron volver a abrir y poco más tarde ocurrió el robo. En el momento del hecho, no estaban en el lugar los policías que patrullan la cuadra habitualmente.
Los empleados se resguardaron en los probadores durante los pocos minutos en que los delincuentes se llevaron la mercadería. No hubo víctimas ni daños materiales.
Pese a la psicosis de rumores y versiones que saquearon la tranquilidad de los vecinos de Avellaneda en los últimos días, este fue el único hecho delictivo real que La Ciudad pudo comprobar que verdaderamente existió. No obstante, muchos comerciantes decidieron bajar sus persianas por temor.
