Yoga para crear redes saludables y una vida más plena

Por Magdalena Biota, profesora de yoga en Puntos Culturales de Avellaneda, emprendedora en Infinito Yoga.

Cada vez con mayor frecuencia, nuestro bienestar se ve afectado negativamente por las exigencias del entorno. ¿Cuántas veces nos sentimos sin energías? En general, carecemos de herramientas para librarnos de los desgastes causados por las tensiones que pueden generar las actividades laborales, las demandas de nuestra profesión o las distintas presiones de la vida cotidiana. Habitualmente nos cuesta prevenir o revertir a tiempo los efectos del estrés, el agotamiento, la falta de motivación, el aislamiento y el desgano. La acumulación de estos factores
negativos, frecuentemente inevitables en el día a día, puede conducirnos a situaciones de deterioro emocional, e incluso generarnos graves afecciones psicosomáticas.

 

Con más de cinco mil años de antigüedad, la disciplina del yoga asume hoy una relevancia reconocida por muchos y muchas practicantes, quienes al aprender las técnicas comprueban los efectos positivos tanto a nivel individual como colectivo. En Avellaneda, esta realidad social se ve acompañada por políticas públicas que promueven la construcción de espacios para su práctica.

Gracias al Programa de Puntos Culturales financiado por el Municipio, que ofrece distintos talleres descentralizados para garantizar el acceso a disciplinas artísticas y culturales en cada barrio de la ciudad de manera libre y gratuita, todas las personas con ganas de acercarse a esta milenaria disciplina y experimentar sus beneficios pueden hacerlo sin restricciones.

El yoga trabaja a nivel físico y fisiológico, revitalizando completamente cada uno de los sistemas del organismo. Asimismo contribuye a equilibrar los planos neuropsicológicos, cognitivos  y anímicos. Las técnicas nos permiten recuperar la armonía interior y renovarnos, ya que actúan directamente sobre el control y la distribución consciente de nuestra energía vital. La práctica produce un estado de profundo bienestar, al permitirnos integrar distintos aspectos de nosotros
mismos y establecer vínculos saludables con quienes nos rodean. Como resultado, podemos desarrollar los cimientos de una vida más plena y con mayor bienestar en cada momento.

Durante las clases de dos horas, ofrecidas en distintos espacios comunitarios del barrio, los y las practicantes logran revertir de manera progresiva y comprobable los desgastes de la vida diaria, renuevan fuerzas, potencian la creatividad y despiertan el goce en lo cotidiano. Cada encuentro pretende ser una invitación a expandir la conciencia a través de técnicas que incluyen posturas físicas, respiraciones conscientes, visualizaciones, meditación y canto de mantras, acompañadas por estímulos sensoriales, como la música, los aromas y distintos auto-masajes. El
yoga es ideal para todo tipo de público, no es necesario ningún saber previo ni un estado de salud particular; el único requisito es la presencia plena para absorber todos los beneficios.

Al finalizar cada clase, nos sentamos en círculo, repitiendo un gesto ritual de tradición ancestral, y celebramos el tiempo y el espacio compartidos con canto de mantras. Los mantras son sonidos sagrados que, repetidos, permiten despertar distintos estados de conciencia. Al comienzo de la práctica, los cantamos lentamente y después de unos minutos aceleramos el ritmo, lo cual genera un efecto divertido y energizante; debemos estar muy atentos y atentas para no perdernos. Entrenar la concentración es un gran desafío para el yoga y sus beneficios son a largo plazo y en todos los planos de nuestra vida. Al finalizar la práctica, cantamos en un susurro hasta alcanzar el silencio durante el cual las sílabas siguen reverberando en la memoria como ecos de pensamiento que nos permiten centrar la energía y no dispersarnos ni distraernos de la práctica, y sentir, meditar.

Los distintos estímulos y los sonidos hipnóticos del tambor oceánico, la flauta, el ukelele, el kultrum, las chas chas y otros instrumentos de distinta procedencia étnica y cultural, nos predisponen a despertar nuestras memorias pasadas y primitivas, destrabar bloqueos emocionales y acceder al núcleo profundo de nuestro ser, fuente vital, manantial infinito de salud, de armonía, quietud y bienaventuranza. Desde allí, buscamos construir la plenitud que deseamos llevar a nuestra vida. Las palabras de Sri Swami Sivananda nos inspiran: “Los sonidos son vibraciones.
Hacen surgir formas definidas. Cada sonido crea una forma en el mundo invisible. Determinadas notas hacen surgir formas específicas.”; Basados en este supuesto, la práctica consciente del yoga, el canto y el uso de la música nos permiten abrir un espacio de libertad y comunicación que nos ayuda a desplegar nuestro potencial, haciendo surgir las formas que nuestro ser anhela manifestar en armonía con nosotros mismos y quienes nos rodean.

Las clases se dictan todos los jueves de 16:30 a 18:30 en el Polideportivo Gabino Alegre, Homero Manzi 174, Villa Corina, y todos los viernes de 16 a 18 en la Sociedad de Fomento Wilde Este, San Nicolás 6132, Wilde.

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