Virus del Papiloma Humano: el importante rol de la prevención y la concientización

Se considera la infección de transmisión sexual más frecuente y se estima que cuatro de cada cinco personas lo contraerán en algún momento de sus vidas.

El Virus del Papiloma Humano (VPH), se considera la infección de transmisión sexual más frecuente y se estima que cuatro de cada cinco personas la contraerán en algún momento de sus vidas.

Cada 4 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Concientización del Virus del Papiloma Humano (VPH), una oportunidad para reflexionar sobre los logros alcanzados y los desafíos persistentes en la prevención de este virus.

De los más de 100 tipos de VPH identificados, cerca de 40 afectan la zona genital y/o anal y se dividen en dos grandes categorías:

  • De bajo riesgo oncogénico: asociados a lesiones benignas como verrugas y cambios celulares de bajo grado.
  • De alto riesgo oncogénico: incluye aproximadamente 15 tipos diferentes.

El VPH continúa siendo un tema rodeado de mitos y desinformación, a pesar de su alta prevalencia en ambos sexos. Su transmisión ocurre principalmente a través del contacto directo de piel y mucosas y la forma más frecuente es por medio de cualquier contacto sexual.

Es importante destacar que no hay distinción en la propagación entre quienes tuvieron múltiples parejas o solo una, ya que basta con un solo contacto para contraerlo.

“Las claves para prevenir la infección por el VPH, son fomentar la conciencia y garantizar el acceso a información clara y precisa sobre su transmisión y métodos de prevención. Como profesionales de la salud, es nuestra responsabilidad enfatizar que una educación sexual integral es un pilar esencial en este proceso”, señaló Virginia Verdaguer, directora médica de MSD Argentina.

En tanto, alrededor del VPH hay mitos que aún persisten:

Mito: el VPH solo afecta a las mujeres.

Verdad: afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque no haya signos visibles de la infección.

Mito: se contrae por compartir objetos, usar baños públicos, piscinas o jacuzzis.

Verdad: se transmite por medio de contacto piel con piel y mucosas. La falta de higiene no tiene ninguna relación con su transmisión.

VPH y cáncer: una conexión prevenible con las herramientas adecuadas

Si bien se estima que el 99% de los casos de cáncer de cuello uterino (CCU) están vinculados con la infección por el VPH su impacto no se limita a esta enfermedad: también puede provocar otros cánceres en hombres y mujeres, como el de ano, vagina, pene y orofaringe.

Según un informe de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud de la Nación, en Latinoamérica el genotipo VPH 16 es el más prevalente en lesiones cervicales y en casos de CCU, con una prevalencia del 53.2% seguido por el genotipo VPH 18 con una prevalencia de 13.2%.

En tanto, según datos del Observatorio Global del Cáncer, en Argentina, el CCU es el tercer cáncer más frecuente en mujeres y la cuarta causa de mortalidad por cáncer en mujeres jóvenes, mientras que se estima que 4.600 personas se diagnostican anualmente con CCU y más de 2.200 personas fallecen a causa de esta enfermedad.

¿Se puede prevenir?

Si bien no existe un tratamiento para la infección por VPH, sí hay opciones para abordar sus consecuencias y existen dos tipos de prevención:

Prevención primaria: es la que se realiza antes de que la persona tenga contacto con el virus, a través de la educación sexual integral (ESI) y la vacunación. La educación sexual integral es pieza clave de la prevención primaria y, , mientras que el uso correcto del preservativo reduce el riesgo de transmisión, aunque no brinda una protección total, ya que el virus puede estar en zonas de la piel y/o de las mucosas no protegidas por el látex. Aun así, es una medida importante para la prevención de infecciones de transmisión sexual.

La incorporación de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) al Calendario Nacional de Vacunación en 2011 marcó un antes y un después en la prevención de enfermedades asociadas al virus en Argentina. En sus inicios, el programa se enfocó en niñas de 11 años, y para el 2017 amplió su alcance a varones de la misma edad, logrando un impacto significativo en la reducción de infecciones.

Para quienes no recibieron la vacuna, existe la posibilidad de recuperar el esquema, ya que el Calendario Nacional de Vacunación, contempla la vacunación de mujeres nacidas a partir del año 2000 y varones nacidos desde 2006, hasta los 26 años.

El Programa Nacional de Inmunizaciones, también contempla la vacunación de personas entre 11 y 26 años que pertenezcan a ciertos grupos con inmunocompromiso, personas que viven con VIH, personas trasplantadas y personas con ciertas enfermedades reumatológicas como: lupus eritematoso sistémico (LES), artritis idiopática juvenil (AIJ), enfermedad inflamatoria intestinal (EII), dermatomiositis (DM) o quienes estén recibiendo tratamientos inmunosupresores.

Prevención secundaria: consiste en chequeos médicos de rutina, como el Papanicolau (PAP) y el test de VPH, que permiten un diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno de las lesiones. El test de VPH es una prueba que detecta la presencia de los tipos de virus que pueden causar cáncer de cuello de útero.

Su procedimiento es similar al del PAP y está recomendado a partir de los 30 años. En caso de ser positivo, significa que hay VPH en el cuello del útero, y un PAP permitirá evaluar si generó lesiones.

“La prevención del cáncer de cuello uterino debe abordarse de manera integral, combinando educación, vacunación, controles médicos y acceso oportuno a tratamientos adecuados. Contamos con las herramientas para prevenir este cáncer, pero es fundamental que la información llegue a todos y que más personas tomen un rol activo en su salud. La responsabilidad individual y el compromiso con nuestra salud son clave para protegernos a nosotros mismos y a los demás”, concluyó Verdaguer.

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