Una vuelta por el Museo Histórico del Hospital Pedro Fiorito, de la mano del Dr. Hugo Daniel Chernobilsky

Fundador del único museo de un hospital en la Provincia de Buenos Aires.

Difícilmente exista un avellanedense que nunca haya transitado por las instalaciones del Hospital Fiorito. Los recuerdos que guardan sus pasillos y pabellones conforman un invaluable patrimonio histórico de nuestra ciudad y por ello se merecían un homenaje.

Para todos a los que nos gusta saber sobre nuestros orígenes, la visita al Complejo Cultural y al Museo del Hospital se convierte en una excursión impostergable.
«Tenemos que saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos. En otras palabras: tenemos que saber dónde estamos parados para saber cómo seguimos», dice con orgullo el Doctor Hugo Daniel Chernobilsky, fundador del único museo de un hospital en la Provincia de Buenos Aires.

A los 70 años, el Dr. Chernobilsky sigue en contacto con la medicina –continúa atendiendo en su consultorio particular, en Capital- y al mismo tiempo se da el lujo de mantenerse ligado al hospital en una nueva tarea igual de gratificante y que desarrolla desde el 18 de noviembre de 2005, cuando se inauguró el Complejo Cultural.

«Reconozco que me gustaba más ser médico y trabajar como médico, pero cada uno va ubicando su lugar. Cuando me jubilé ya tenía proyectado seguir en el hospital y surgió esto, que lo hago con mucho gusto. Estoy en el museo desde que se inauguró. Lo creé con la compañía de la doctora Miriam Cobos, y además hubo otras personas que intervinieron activamente en su creación y que permitieron que el museo exista, como los doctores Alberto Castañeda y Francisco Di Iorio, que son las almas mater del museo», dijo Chernobilsky, especialista en Clínica Médica.

El responsable de guiar a las visitas al museo mencionó que atesora los mejores recuerdos y muchísimas anécdotas, del lugar al que dedicó gran parte de su vida.
«La medicina -prácticamente- la hice en este hospital. Estudié acá, me gradué, conocí a mi esposa (Rosa, pediatra) y actualmente formo parte de la Asociación Cooperadora, además de trabajar con el museo y haber escrito el libro de la historia del hospital», resaltó, sonriente.

Precisamente el libro «Historia del Hospital Fiorito», del que es co-autor junto a Cobos, Castañeda y Di Iorio, fue otro de los sueños que concretó Chernobilsky, con el afán de recuperar la historia del nosocomio. El doctor apuntó que participaron de la publicación alrededor de 50 colaboradores, entre jefes de cada servicio y «representantes de otros organismos, como el colegio de médicos de la provincia, que estuvo tan íntimamente ligado al hospital, la propia asociación cooperadora y la asociación de profesionales.»

Claro que, como cualquier labor de investigación, la recopilación de datos no fue tarea fácil. «Fue algo tedioso. Cinco años de estar permanentemente metido en diarios y revistas. Intenté buscar un libro de la historia del hospital, pero no existía. No había un libro único. Lo único que encontré fue una especie de folleto de sus comienzos, específicamente sobre la inauguración. Casi que era un escrito periodístico, que tenía algunas fotos que me ayudaron», explicó el curador del museo.

Ese fue el puntapié inicial. El capítulo cero de una gran novela. «Entonces tuve que ir a buscar periódicos. Obtuve una gran colaboración de todos los periódicos de la zona. De La Calle, con Néstor Santos. De La Ciudad, con la Sra. Alejandra Pérsico y del diario El Sol de Quilmes, que me facilitó la colección del diario La Opinión, del Partido Conservador (que hizo el hospital). Con lo cual de ahí rescaté gran material», comentó Chernobilsky, al tiempo que agregó: «Busqué también en libros sobre la historia de Avellaneda y además entrevisté como a 150 personas.

Tuve aportes de fotografías, de instrumental… Al principio nadie me quería dar nada. Todos se guardaban todo. Pero cuando vieron que el museo empezó a tomar forma, empezaron a traerme un montón de cosas. Hasta hoy sigo recibiendo material».

Patrimonio histórico
El lugar en el que se encuentra emplazado el Museo y la hemeroteca fue recuperado y acondicionado por la Arquitecta Ana M. Reyes con fondos que proporcionó la empresa Arenera Pueyrredón, de la Flía. Santoro, junto a los aportes de la Asociación Cooperadora.
Este ejemplo actual de la ayuda de la comunidad, evocó las contribuciones que el hospital recibió en otras épocas. «Cuando se iban construyendo nuevos edificios, porque la cantidad de camas no alcanzaba, los pabellones los pagaba la ciudad. La ciudad pudiente, la ciudad industrial, era la que aportaba el dinero. Por eso suelen tener los nombres de empresarios industriales. Por ejemplo, el pabellón de cardiología, se llama Leonardo Alonso porque su familia dio el mayor aporte para su construcción. La maternidad se llama Matilde Fiorito de Bianchi, porque fue ella la que la donó. El pabellón Arauz, en conmemoración del Comisionado…», recordó el Dr. Chernobilsky.

Al recorrer el museo, los visitantes sondean la medicina del siglo XX. Más precisamente hasta 1980, momento en el cual, los avances tecnológicos comenzaron su despegue exponencial.

«En los 80 apareció la computadora, la ecografía, la fibra óptica, se inició el desarrollo de la genética y de la inmunología, surgió la microcirugía, la cirugía laparoscópica… Hasta entonces, la mayoría de los diagnósticos era presuntivo. Se necesitaba la cirugía o la anatomía patológica para hacer un diagnóstico de certeza», sostuvo el médico y Director del museo.

En el siglo pasado, los médicos jóvenes y los estudiantes necesitaban tener experiencia para hacer un diagnóstico. La experiencia era importante. Entonces buscaban un hospital que tuviera gran cantidad de patologías -para eso se necesita que el nosocomio esté asentado en un lugar donde haya una gran densidad población, como ocurrió en Avellaneda- y en el que además hubiese, por un lado, docentes que enseñaran y sobre todo, por otro, que hubiese también instrumental y equipos de última generación. En ese contexto el Hospital Fiorito reunía todas las características.

«Los jóvenes médicos que crecieron y se desarrollaron aquí eran desconocidos y se convirtieron en grandes maestros de la medicina mundial. Moisés Polak, Alfonso Albanese, Julio Vicente Uriburu, León Zimman, Luis Pierini, por mencionar algunos», destacó el Dr. Chernobilsky.

En las vitrinas del museo se puede apreciar una gran variedad de instrumental médico anacrónico y obsoleto, con prácticas reseñas junto a cada objeto, indicando nombres y usos. Asimismo pueden encontrarse numerosos libros de profesionales que han formado parte del staff del hospital.

En su recorrida, los visitantes se enteran, por ejemplo, qué era el amigdalotomo: un aparatito que se usaba en la época pre-antibiótica -antes de la aparición de la penicilina, en 1950- con la que se hacían arranquectomías de las amígdalas, heridas que solo cicatrizaban con cantidades industriales de helado.

O encuentran un gran mortero, que además de servir para hacer torta de nueces (broma del Dr. Chernobilsky, para los chicos), en el hospital se usaba para hacer colorantes, triturando pastillas de carbonato de plata, para ver las células del sistema nervioso.

Y hasta pueden ver en una llamativa foto de 1930, que los estudiantes de medicina de primer año ¡Son todos varones!

«Esto es hermoso», aseguró el conservador. «Enseñar es lindo. Mostrar es lindo. Sobre todo mostrarles a los jóvenes y a los chicos de las escuelas lo que tuvimos y lo que fuimos. Para que vean cómo fue la medicina del siglo XX, distinta a la de ahora», destacó Chernobilsky, que disfruta enormemente con cada contingente que llega.

El Museo Histórico del Hospital Fiorito abre los lunes y miércoles de 10 a 12 hs. Vale la pena darse una vuelta por la historia de nuestra ciudad.

Para más información, visite http://www.hosfio.org.ar/museo/

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