Una multitud de fieles participó del Vía Crucis hacia Plaza de Mayo

La multitud participó de la actividad entre las plazas Lorea y de Mayo, este año con reflexiones de Jorge Bergoglio -ahora papa Francisco- que durante una década encabezó esta celebración, y su llamado a “no dejarse robar la esperanza”.

La procesión, presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, Eduardo García, partió a las 20.45 de Luis Saénz Peña y Avenida de Mayo, con la imagen del Cristo del “Buen Amor” -conocido como Cristo de los Futbolistas- y de la Virgen Dolorosa, realizada en 1870, para recorrer las 14 estaciones de la Vía Dolorosa.

Como es tradición, los fieles llevaban en andas una cruz penitencial de 15 metros de largo y 130 kilos, que cargaban por turnos en las distintas estaciones.

El locutor señaló al comenzar la celebración que este año el Vía Crucis es “muy especial, porque un peregrino de la ciudad que año tras año, desde sus inicios hasta el año pasado, caminó y rezó con nosotros por estas calles, hoy ha presidido el Vía Crucis en el Coliseo Romano”.

De inmediato precisó que se trata de “nuestro querido cardenal Jorge Bergoglio, que se mezclaba entre la gente y era uno más rezando entre todos”.

Bergoglio presidió esta ceremonia, organizada en conjunto por el Arzobispado porteño y la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo (AAAM), durante los últimos diez años.

Monseñor Eduardo García, quien condujo la Cruz, antes de comenzar la procesión sostuvo: “Dios ha bendecido a nuestra patria con Francisco, aquel que caminó tantas veces junto a su pueblo estas calles y celebró año tras año el Vía Crucis junto a nosotros”.

Acompañados en la marcha por un coro, a los fieles se sumaron también turistas de visita en Buenos Aires por los días feriados y representantes de colectividades extranjeras en Argentina.

Cada estación del martirio de Cristo fue representada en escenarios montados en esquinas a lo largo de la avenida, junto con citas bíblicas y reflexiones que el papa Francisco dejó en los primeros días de su pontificado.

“Acompañemos y sigamos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no se dejen robar la esperanza, no dejen robar la esperanza. Esa que nos da Jesús”, comenzó la reflexión.

Un gesto emotivo que marcó el comienzo del recorrido fue cuando invitaron a la gente a realizar el signo de la cruz sobre la frente de quien estuviera a su lado.

En la primera estación del Vía Crucis rezaron por los más desamparados: personas enfermas o solas, mendigos, hambrientos, chicos maltratados y por el derecho a nacer y a vivir, y en la segunda lo hicieron contra la violencia, la codicia, la corrupción y las divisiones y pidieron fuerzas para no caer en ellas.

Las madres que luchan contra el paco y por la verdad y la justicia fueron el motivo de oración en la tercera estación, que recuerda el encuentro de Jesús con la Virgen María en el camino de la cruz, y también hubo rezos por los excluidos, contra el negocio de las drogas, el clientelismo y la inseguridad.

Una vez arribados a Plaza de Mayo, los fieles presentes fueron testigos de la representación de la crucifixión de Jesús, teatralizada por un grupo de actores en el marco de una escenografía desarrollada especialmente para el encuentro.

El último acto fue la ceremonia del entierro de Jesús, que se realizó en la escalinata de la Catedral, donde quedará expuesta la imagen del Cristo Yaciente para veneración de los fieles en el altar mayor, hasta la medianoche.

Durante todo el día, la Catedral metropolitana recibió a numerosos fieles y turistas, muchos del interior y también países limítrofes, que expresaron el “orgullo de tener un Papa latinoamericano que nos representa a todos”, al celebrarse el Viernes Santo que recuerda la pasión y muerte de Jesús.

El sacerdote Alejandro Russo, rector de la Catedral, comentó que se advierte un aumento en la cantidad de personas que se acercan al sacramento de la reconciliación -o confesión- y explicó que se organizaron turnos con cinco confesores disponibles por hora para atender la demanda de los fieles.

También colaboraron en esta iniciativa la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires, el Banco Ciudad, el Instituto Asegurador Mercantil, la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos y la Asociación de Patrocinadores del Turismo la Hotelería y la Gastronomía.

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