Un constitucionalista respaldó el voto a los 16 por razones jurídicas y antropológicas

El constitucionalista Eduardo Barcesat se declaró “ampliamente favorable a la iniciativa” que propone el voto para los jóvenes desde los 16 años, tanto por razones jurídicas como antropológicas.

“El proyecto no tiene ningún óbice constitucional. El hecho de que se le haga un potestamiento, es decir, que el voto no sea obligatorio hasta los 18 años, respeta las estipulaciones de la Convención sobre los Derechos del Niño”, dijo el abogado.

Además de atribuirle consistencia jurídica, Barcesat consideró que la ley propuesta sería “un importante avance en el proceso de decodificación de los jóvenes, es decir, tratarlos como seres humanos, reconocerles su condición, su aptitud y capacidad”.

“Y ahí llegamos a lo que me parece lo más importante, que es el dato antropológico construido en función del reconocimiento de la capacidad de pensamiento abstracto y creatividad que tienen los jóvenes. Estudios de la UNESCO acreditan que el período de mayor creatividad en el ser humano es entre los 14 y los 25 años”, explicó.

Según Barcesat, en esa franja etaria “se dieron el contexto de formulación de la Teoría de la Relatividad, los campeones de ajedrez, todo aquello que requiere la mayor capacidad de abstracción”.

“Abrir cauce a esa juventud, me parece un requisito jurídicamente sustentable, en un cien por cien, y además, antropológicamente, me parece un dato muy importante”, resumió en declaraciones a Radio Cooperativa.

Ante una pregunta, el constitucionalista subrayó que “la cuestión de la capacidad civil es un tema distinto de la condición de ciudadano”, sin objetar la posibilidad a futuro de “establecer la mayoría de edad a los 16 años y la plenitud, por tanto, para decidir sobre sus relaciones sociales y jurídicas en plenitud”.

“En todo caso, el avance puede comenzar por este tema del potestamiento electoral, porque lo otro (la mayoría de edad a los 16 años) es ya como una decisión vinculante para todos”, por lo que “no es necesario aunarlos”.

En cuanto al potestamiento u opción de votar desde los 16 años, Barcesat señaló que, “si (el voto) fuera obligatorio, tal vez podría entenderse que esto es lesivo de la Convención sobre Derechos del Niño, que protege hasta los 18 años”.

“Pero, como es un potestamiento, al contrario, es un proceso de avance respecto a las previsiones de la Convención, que son un piso y no un techo”.

Consultada su opinión sobre el interés de los chicos de 16 años en la política, Barcesat dijo que “tienen una instrucción cada vez mayor en el quehacer político, comenzando por sus reivindicaciones propias, en tanto que estudiantes, pero potenciando e inscribiendo las mismas en proyecto nacional”.

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