Suman 540 los muertos por las lluvias en la región serrana de Río de Janeiro

Las lluvias volvieron ayer a las zonas serranas del estado de Rio de Janeiro, donde se temen nuevos deslizamientos de tierra, en tanto son 540 los muertos por la peor catástrofe natural del país, según fuentes oficiales.

El último balance de Defensa Civil, difundido por la Agencia Brasil de Comunicación, indicaba que de ese total de víctimas, 246 correspondían al municipio de Nova Friburgo, 229 a Teresópolis, 41 a Petrópolis, 20 a Sumidouro y dos a San José do Rio Preto.

Funcionarios de ese organismo aclararon que el número de muertos puede ser mucho mayor, ya que hay localidades en la región serrana que quedaron aisladas por los temporales y aludes que comenzaron el 10 de este mes, con las que no hay comunicación, ya que están sin servicio teléfonico.

En esas poblaciones también se interrumpió el suministro de electricidad, agua potable y gas, en tanto especialistas advertían ayer sobre el posible surgimiento de epidemias.

El Teresópolis, donde la morgue estaba saturada de cadáveres, el alcalde, Jorge Mario Sedlacek, derogó una disposición que prohibía las inhumaciones nocturnas y ordenó a los empleados municipales enterrar los cuerpos esta madrugada.

La medida se tomó debido a que en la morgue no había lugar para más cuerpos y algunos de éstos habían sido acumulados en un camión frigorífico, informó la agencia de noticias Ansa.

También se cavaron 300 nuevas fosas en el cementerio local, ante la posible llegada de más muertos, en tanto bomberos, soldados, miembros de la Cruz Roja, voluntarios, médicos y policías buscaban centenares de desaparecidos en la región, según informó Defensa Civil.

El jefe de Defensa Civil de Teresópolis, el coronel Flavio Castro, dijo en rueda de prensa que las autoridades municipales tienen una lista de 25 personas dadas como desaparecidas, pero se considera que hay todavía más muertos por ubicar.

La policía de esa alcaldía recibió denuncias sobre saqueos perpetrados anoche y esta madrugada en casas abandonadas, en tanto miembros de la Fuerza Nacional de Seguridad comenzaron a llegar a toda la zona serrana afectada, para dar apoyo a la policía de las cuatro comunas más afectadas por el temporal.

El prefecto local Jorge Mario declaró que continuaban aislados los barrios de Campo Grande, Pessegueiros, Granja Florestal y Santa Rita, a donde los equipos de rescate aún no habían podido llegar.

La zona de la tragedia, que se encuentra a unos 100 kilómetros de la ciudad de Rio de Janeiro, soportó ayer lluvias que dificultaron el trabajo de los equipos de rescate.

Barrios enteros continuaban bajo el lodo y existe desabastecimiento de agua y combustible, mientras personal de Defensa Civil estimaba que centenares de personas podían estar aún bajo los escombros.

El gobernador de Rio de Janeiro, Sergio Cabral, visitó Teresópolis, donde dijo que si bien “no es momento para hacer autocrítica”, mencionó un “problema histórico” de Brasil que son las ocupaciones irregulares de viviendas.

En la vecina Nova Friburgo, sobrevivientes se agolpaban en el centro de la ciudad para reclamar por la búsqueda de familiares, supuestamente debajo de escombros en barrios carenciados ubicados en las cornisas de los morros.

Esta catástrofe fue uno de los dos temas centrales abordados ayer en Brasilia por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante su primera reunión de gabinete, realizada a puertas cerradas, señalaron fuentes de gobierno, citadas por la agencia DPA.

Además de los recortes de gastos planeados para el presupuesto de 2011, las máximas autoridades del país trataron la situación en la zona serrana de Rio de Janeiro, tras las lluvias torrenciales y los aludes.

El profesor Moacir Duarte, especialista en catástrofes de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, dijo que de acuerdo la cantidad de casas destruidas y tras oír los testimonios de los sobrevivientes, consideraba que “el número definitivo de muertos puede aproximarse a las mil personas”.

Según el experto, los “problemas para llegar hasta zonas alejadas en la montaña” donde “todo quedó destruido” por los aludes de lama y piedra impedirá conocer los datos definitivos en el corto plazo.

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