“Seguir a Jesús es una cuestión de pura fe”

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia en sus reflexiones radiales se refirió al Evangelio según San Lucas 9, 51-62 (ciclo C).

¡Qué claro es el Evangelio, y qué claras son las palabras de Jesús! Nosotros, los cristianos, tenemos que elegir a Cristo, pero “elegirlo” significa “seguirlo” y decir: “este es Cristo y yo me adhiero a Él, pero no sólo me adhiero a una doctrina; ¡sino que me adhiero a su persona!” Es el Hijo de Dios, es verdadero Dios y verdadero Hombre. Es el Hijo de Dios y el Hijo de María Virgen. Tengo que saber que Él me eligió a mí pero yo lo elijo e Él y así yo le respondo. El me eligió, yo lo sigo y también lo imito.

Ahora bien: muchas veces hay personas que fracasan, que no terminan lo que empiezan, que no perseveran; así sean laicos, religiosos, religiosas o sacerdotes. ¿Por qué no perseveran?, porque muchas veces emprendieron un viaje de sólo motivos humanos; ¡Oh, sí, hablaban de la fe, pero sólo fueron motivos humanos!.

Luego esos motivos empiezan a tallar, a perderse, los golpes lo desequilibran, aparecen las frustraciones, la pérdida de las ilusiones, pérdida del ánimo. Así, esos motivos humanos se van como deteriorando y uno se queda sin finalidad, pero ¿por qué?

Porque el seguimiento es un problema de Fe. Primero es de fe, después viene lo demás; porque cuando se enfría la fe lo demás ya se está resquebrajando. Primero es un problema de pura fe, de confiar en El, de confiarle a El, de creerle a El y creer en El.

Las claudicaciones, lamentablemente, de algún sacerdote o de quien sea, no son por problemas del celibato, de la obediencia o la pobreza, en el fondo es un debilitamiento o una pérdida de la fe: “este Dios único, e invisible, ya no me interesa más, o ya no me dice algo; y como no me dice, no sigo”

La motivación del seguimiento es una adhesión absoluta, incondicional y definitiva a la persona de Cristo. El nos llama a ser co-responsables, pero sobre todo esa co-responsabilidad en el respeto de la libertad.

Permanentemente es una conversión, conversión personal, como discípulo, que está siempre atento a escuchar al Maestro para poder ser misionero, para poder anunciar y llevar la Palabra. Y esa conversión personal también tiene que implicarse y mostrarse en una conversión pastoral, para que uno sea libre.

¿Libre de qué? Libre de toda atadura; libre de cosas; libre de poderes; libre de dineros; libre del sexo; libre de egoísmos, para que uno pueda llevar y comunicar a los demás el amor verdadero.

Pidamos al Señor que seamos más testigos; pidamos perseverancia, resistencia, amor, fidelidad; pidamos voluntad de amor y no voluntad de ganas.

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