Sandra Álvarez: Bomberos es mi segundo hogar

Vecina de Avellaneda con una verdadera vocación de servicio a la comunidad.

Aunque no queramos reconocerlo, aún hoy, en pleno siglo XXI, seguimos viviendo en una sociedad machista. Si bien las mujeres han logrado posicionarse a la par de los hombres en muchas actividades –el caso de nuestra Presidente, es un gran ejemplo de ello-, todavía es común escuchar a algún desubicado que, con una actitud verdaderamente irracional, manda a lavar los platos a una dama al volante.

Para saber lo difícil que es insertarse en un ámbito tradicionalmente masculino, basta con dialogar un momento con Sandra Álvarez, la primera mujer bombero del Cuartel de Avellaneda.

“Mi papá era integrante de la Comisión de Bomberos de Sarandí. En esa época, las esposas iban a colaborar cuando había incendios grandes. Hasta que un día el Oficial Pedro Martín trajo una idea novedosa desde los Estados unidos: la creación de las brigadas femeninas”, recordó orgullosa, Sandra Álvarez, Oficial 3º del Cuerpo de Bomberos de Avellaneda.

“La primera brigada femenina, creada en 1969, desarrollaba una función de apoyo logístico al cuerpo activo. Las tareas iniciales eran, básicamente, asistir a los hombres en incendios importantes, colaborar con los primeros auxilios, llevar los refrigerios, etc.”, agregó la entrevistada.

Por entonces, Sandra era muy chiquita, pero con 4 años de edad iba y venía de la mano de su madre, convirtiéndose pronto en la “mascota” del plantel.

El tiempo pasó rápido y a los 15 años, Sandra se integró al cuerpo activo, ocupando el escalafón más bajo (cadete) y en un nuevo suspiro, ya con 18, se convirtió en bombero. Esos serían sus primeros pasos en una carrera difícil –sobre todo en sus comienzos-, y apasionada, pero sobre todo, gratificante.

En 1986, Sandra pidió el pase desde Sarandí a Avellaneda, ya que este último cuerpo quería tener a las primeras mujeres operativas a incendio. “Ser operativas implicaba que fueras a un incendio, a un rescate, a todo… Y por suerte yo fui la primera”, destacó la Oficial.

Aunque Sandra disfrutaba de la adrenalina que significaba “subirse al camión”, al principio le costó encontrar su lugar, rodeada de tantos varones. Es que cuando llegó a Avellaneda, ¡era la única mujer en compañía de ciento diez hombres!

“En los inicios, me sentí discriminada. Pensá que estamos hablando de hace más de 25 años atrás, cuando las mujeres en general eran consideradas amas de casa, no se hablaba de una igualdad de género, de nada… Eran otros tiempos. Ahora es diferente. Con el correr del tiempo se fueron incorporando más chicas, algunas hijas de bomberos, y se fueron equiparando las cosas”, reconoció Álvarez, quien marcó el rumbo, hasta ese momento inesperado, y puso la semilla que tiempo después dio sus frutos.

Aún en inferioridad numérica, a Sandra le jugaba a favor el reconocimiento de la antigüedad en el cuartel anterior, así que su currículum compensaba bastante.
“Finalmente pude hacerme un lugar y lograr que me respeten como mujer, algo que siempre lo hicieron, pero además empezaron a respetarme como bombero y como compañera de trabajo. Salía en el mismo autobomba, compartía los mismos servicios… Así las mujeres fuimos ganando terreno”, agregó Álvarez.

En 1997, cuando cumplió la Institución cumplió su centenario, las mujeres del cuartel tuvieron la posibilidad de ascender de rango. Sandra contó que se presentaron a mesa de examen, (las que ya cumplían ciertos requisitos, como antigüedad, capacitaciones y capacidad), y de esa manera comenzaron a ocupar puestos más estratégicos dentro del Cuerpo, como Sub-Oficiales, Sub-Alternos y Superiores.

Actualmente, Sandra es Oficial 3º. “Pertenezco a la escuadra de Oficiales Sub- Alternos, al nivel de la jefatura. Es decir, en este momento yo podría ser designada Jefa de un Cuerpo de Bomberos”, explicó la funcionaria.

De la casa al cuartel
Sandra Álvarez vive a sólo 100 metros del cuartel. Cualquiera pensaría que es una ventaja, porque debería ser la que primero escucha la sirena de alarma y acude de inmediato. Pero la realidad es que a veces, la extrema cercanía le impide discernir cuándo debe estar en su casa y cuándo en el cuartel.

“Lo de la adicción al voluntariado es realmente es así”, admitió la Oficial 3°. “Nosotros acá no tenemos un horario. El bombero voluntario sabe que está disponible las 24 horas. 24 horas –los 365 días del año- que uno está al servicio de la comunidad. Una hora podés estar vos, otra hora un compañero. Los horarios, en general, se pueden manejar, porque en realidad cada uno tiene su propia actividad o trabajo y su familia”.

“Siempre decimos: primero está la familia, después el trabajo y por último bomberos.
Esa es la estructura de prioridades que habría que sostener y no habría que pasar este límite. Pero al que le gusta ser bombero y es voluntario, en cualquier lugar del mundo, pone la actividad en primer plano”, afirmó Sandra quien, fuera del cuartel, se desempeña como Jefe de Seguridad en la Agencia de Seguridad Privada Wotan S.R.L..

“Es algo cruel, pero cuando suena la sirena, uno deja todo lo que está haciendo, deja a su familia incluso, y sale”, agregó.

Sandra mencionó que en el caso de las mujeres “es más complicado porque una tiene que dejar a su esposo y a sus hijos, cuando tradicionalmente la que se queda en casa a criar a los chicos es la madre. En mi situación particular, yo me quedé viuda, pero mi hija siempre me lo reclamó. Cuando era chiquita tuve que recurrir a una niñera, porque yo era el sostén de la casa; y aún hoy con 21 años, de alguna manera me sigue pasando factura”.

Sin embargo, pese a las dificultades, el tiempo pones las cosas en su lugar. “El cuartel de bomberos es mi segundo hogar. Creo que en general, si les preguntás a mis compañeros, te van a decir lo mismo. Es un lugar que te contiene, donde hacés amigos… Es como una gran familia. Compartís mucho tiempo, y momentos importantes. Por ejemplo, el 31 de diciembre, éramos como 20 en el cuartel, festejando el fin de año”, resaltó Sandra, con una gran sonrisa, dando muestras claras de que el cuerpo de bomberos, además de brindar un servicio a la comunidad, es una institución solidaria en sí misma.

Con casi 34 años de servicio ininterrumpido, la Oficial 3º Sandra Álvarez ya hizo sus trámites para jubilarse, “porque llega un momento en la carrera en que decís: ya cumplí mi ciclo, es hora de dar un paso al costado. Además si te quedás aferrado al sillón, no dejás crecer a la gente que tenés por debajo (risas).

Con una trayectoria intachable y una verdadera vocación de servicio a la comunidad, Sandra aprovechó a dejar un mensaje para nuestros vecinos avellanedenses: “Al pueblo de Avellaneda, le pido que colabore con su nuestra institución. Porque el día que pase algo, ahí estaremos para salvaguardar vidas y bienes”.

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