Rubén Batalla, el vendedor de choripán avellanedense que llegó a Netflix

Es uno de los protagonistas de la serie Street Food Latinoamérica.

Se puede asegurar que Rubén Batalla no es un parrillero o un vendedor de choripán más, y hasta él mismo lo afirma, porque se considera nada menos que un “chef del choripán”. ¿Por qué? Él mismo lo explicó, en una entrevista con La Ciudad: “Porque al cliente le quiero ofrecer lo mejor, en todos los sentidos. Mi mercadería es de primera calidad, mi lugar de trabajo siempre está limpio y ordenado, el pan sí o sí tiene que estar fresco y hasta utilizo guantes para manipular los alimentos. Sin dudas todo eso es fundamental para mantener a la clientela, ya que mi intención es que la persona que pruebe el choripán, la hamburguesa o el sándwich de bondiola que hago, vuelva a elegirme”.

Seguramente por todos esos aspectos que Rubén destaca, el equipo de productores de la plataforma Netflix colocó sus ojos en él para la serie documental Street Food: Latinoamérica, que se estrenó recientemente y ya es un éxito en esta parte de la región.

El ciclo consiste en traer a primer plano a los vendedores o cocineros callejeros de Latinoamérica. Su productor ejecutivo, Brian McGinn, explicó ante los medios: “Los vendedores de comida callejera son una parte integral de la cultura de un país, ellos dan vida a la riqueza de una ciudad, preservan las tradiciones mientras alegran a las personas y comunidades que los rodean”.

“¿Por qué me eligieron? Fue algo muy raro. Entre octubre y noviembre de 2019, me encontraba trabajando como siempre en un partido de Racing y de repente se acercaron unos muchachos a comprarme unos choris y
después de unos minutos me contaron que eran de Netflix y que querían realizar una serie sobre comidas callejeras. Eran cuatro norteamericanos y un argentino. Al principio no les creí nada, pero después me pidieron el número de celular y al final me llamaron para contarme los detalles del programa y realizarme tres entrevistas”, relató Batalla.

“En unas de las reuniones que tuvimos en Parque Avellaneda para filmar, le pregunté a una de las productoras, que es de Estados Unidos, si me podían contar porqué me habían elegido a mí; y su respuesta fue: “No nos
preguntes a nosotros por qué te elegimos, pregúntate a vos mismo por qué fuiste el seleccionado”, completó.

Rubén tiene 50 años, toda su vida vivió en Avellaneda y desde el 2001, en medio de la profunda crisis que azotó al país, empezó a dedicarse a ser vendedor callejero. “Cuando arranqué sentía una especie de vergüenza, pero por suerte con el tiempo me di cuenta que no estaba haciendo nada malo, justamente todo lo contrario, y puedo asegurar que desde el primer momento me maté laburando, especialmente para poder darle todo lo indispensable a mis hijos, Bruno (15) y Aldana (17), quien arrancará la carrera de psicóloga el año que viene”.

 

“El chef del Chori” planta su puesto cuando juegan Racing, Independiente y Arsenal. Pero además, también se muda a CABA cuando hay alguna marcha o acto multitudinario. Y con respeto a su papel para el documental de Netflix, contó que el equipo de producción le había informado que habían recorrido las canchas de Boca, River y Gimnasia y Esgrima de La Plata buscando a ese vendedor de chori para “Street Food: Latinoamérica”, pero que finalmente optaron por el Cilindro y sus alrededores por la pasión que generan los simpatizantes de La Academia.

Así fue como llegaron a su puesto, sobre la calle Colón, a pocos metros de la intersección con Arenales.
“Es increíble todo lo que se generó a raíz de esa serie. No lo puedo creer. Todos los días recibo avisos de familiares y amigos diciéndome que mi nombre apareció en tal medio o que me nombraron en algún canal. Hasta recibí mensajes de personas con las que no hablaba hace muchos años, felicitándome por ser parte de algo tan grande”, agregó Rubén aún sorprendido.

El nombre de este vecino de Avellaneda e hincha de La Academia también traspasó las fronteras nacionales, ya que le llegaron comentarios o recortes periodísticos desde Estados Unidos, Venezuela, Guatemala y hasta un youtuber brasilero le realizó un reportaje en vivo. Además, tuvo un aumento considerable de seguidores de Instagram (“Rubén chef del choripán”) y su nombre aparece en innumerables sitios de internet.

Afrontar la adversidad e inculcar valores
Rubén había trabajado durante diez años como encargado de la remisería del Alto Avellaneda Shopping, pero a raíz de la crisis que vivió la Argentina, a comienzos de 2000, tuvo que dar un volantazo total en su vida y ahí fue
cuando decidió crear su propia parrilla ambulante.

“Desde que tengo uso de razón, el país siempre estuvo con altibajos y el argentino se tuvo que calzar los guantes y pelearla, lucharla, como se puede. Entonces, yo hice eso y no me arrepiento absolutamente de nada.

Es más, gracias a mi esfuerzo – por supuesto acompañado con el de mi mujer, quien es vicedirectora de una escuela de Avellaneda – pudimos pagarle el viaje soñado a nuestra hija a Estados Unidos, por sus 15 años y en este difícil 2020 hasta ya terminamos de abonar la última cuota de su viaje de egresados”, aseguró Rubén orgulloso.

 

Luego añadió: “Recuerdo que cuando había que afrontar un gasto importante para alguno de mis hijos, no me importaba si llovía, hacía frío o un calor infernal, siempre iba con mi parrilla a donde sea para trabajar, y
ese es el ejemplo que le quiero dejar a ellos”.

No obstante, su ejemplo de perseverancia y esfuerzo no termina acá, ya que Rubén está finalizando sus estudios secundarios (le falta sólo un cuatrimestre) y el curso de Seguridad e Higiene, ya que será “una importante herramienta” para continuar mejorando en su trabajo.

Rubén Darío Batalla, el vendedor de choripanes más famoso de Avellaneda. Un trabajador incansable, que le hace un verdadero honor a su apellido.

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