Roselli visita el amor y la simulación con “Mauro”

El cineasta argentino Hernán Roselli, luego de trabajar como montajista en documentales debuta con “Mauro”, film que concursa en la Competencia Internacional del 16to. Bafici, y aporta una valiente mirada sobre la vida de un pasador de billetes bonaerense en un montaje reflexivo, sin descuidar las emociones.

“El tema del conurbano insiste en el rodaje, siempre ahí, como para romper. Una cosa es el resentimiento que no te deja pensar ni moverte, y otra cosa es la conciencia de clase, que es como mudarse a la ciudad. Mi productora se llama Un Resentimiento de Provincia Films, casi como un chiste”, se entusiasma Roselli en charla con Télam.

Mauro -trabajo formidable del actor Mauro Martí­nez, amigo del realizador y cómplice del proyecto desde sus albores- tiene un oficio que ejerce en su taller de serigrafí­a, falsifica billetes que luego hace circular entre determinadas personas “un pibe del barrio Don Orione novio de una amiga, un personaje que pasaba billetes falsos”.

Según Roselli “La trama de verdad era más compleja, porque este pibe tuvo un hijo y se puso a trabajar, pero él mismo se quiebra un brazo fingiendo un accidente de trabajo, se golpéa tan fuerte que terminó con una prótesis en el brazo. Justo ese mismo año me pusieron una prótesis en la cadera a mí­. A partir de entonces­ fui pensando más en algo alrededor de la artificialidad”.

La idea del uso de una prótesis devino “…una metáfora de lo que usás como muleta para algo, los billetes, la droga… En un principio, pensé en incluir esto del brazo en la historia, pero me pareció un poco cruel. Esta es una pelí­cula más sobre el amor, la amistad y acerca de la representación”.

Construir el filme demandó cuatro años: “Al principio la idea era que fueran ensayos filmados, las escenas se repetían hasta que la toma quedaba para lograr un clima de intimidad”, una cualidad que signa la producción, subrayada por el sonido de la cinta que ocasionalmente despista al espectador.

Las reverberancias, los ecos distintivos de cada ambiente de unas casas pobres están trabajados con minuciosidad “los sonidistas más conservadores nos putearon, fue duro pelear para que suene así. Al principio trabajé con un sonidista que no era del mundo del cine, sino que venía de la música contemporánea y grababa a bandas. Así tuvimos la posibilidad de que la peli vibre, que suene con el eco del lugar”.

A lo largo de la película, el director se detiene en los detalles del día a dí­a de su criatura lanzada a vivir en clave de decir una cosa por otra, pero lo hace con “cierta discreción en la puesta en escena, guardando el registro de estar a la altura de los personajes, no querí­a ponerme como autor por encima de ellos, como algo demasiado intelectual”.

“Fue muy largo el proceso de filmar y de editar en paralelo, como para encontrar equilibrio entre lo natural y lo artificial que tiene cualquier obra de arte, tiempo de pensarla y dejar afuera mucho material”, reconoce Roselli mientras sonrí­e, hace gestos y se apasiona al hablar de su obra.

La frase “pensar las emociones, sentir los pensamientos”, es citada por Roselli para describir su trabajo, quien admite, que “no sé si tengo grandes expectativas con la Competencia, estoy contento si la gente puede verla y que se vea linda”.

“Llegué corriendo con la copia, la modifiqué a último momento y le supliqué a un taxista para que me trajera y poder llegar”, contó.

Otro de sus sueños más próximos a concretarse es la finalización del rodaje de un documental sobre un personaje muy especial quien vive en la Casa del Teatro.

“Mauro”, este cuento de amor y falsificaciones de Hernán Roselli se volverá a proyectar el martes, a las 17.50, en el Arte Mutiplex Belgrano 3, Cabildo 2829.

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