Robótica educativa: un puente entre la escuela y la universidad
El Centro Tecnológico Comunitario de la UTN Avellaneda dicta talleres a más de 100 alumnos en todos los niveles.
“¿Qué me gustaría resolver a mí desde la robótica?, ayudar a las personas con discapacidad a las que les falten partes de su cuerpo”, así resume Joel (17), el objetivo que lo movilizó a sumarse a los talleres educativos del Centro Tecnológico Comunitario (CTC) de la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Avellaneda.
En esa búsqueda, Joel comenzó a viajar cada sábado desde Florencio Varela a Villa Domínico y ya integrado a la propuesta de robótica educativa, comenzó a producir -pieza por pieza- una mano mecánica generada con una impresora 3D, pensada para un familiar suyo que necesitaba disponer de una prótesis.
Si bien el Centro Tecnológico Comunitario funciona desde 2000, la propuesta de robótica educativa se abrió hace cuatro años y hoy, es la que mayor número de talleres y alumnos registra.
“La primera experiencia en enseñanza de la robótica comenzó a principios de 2014, con un taller de experimentación muy reducido, destinado a muy pocos jóvenes interesados en proyectos de programación a partir del uso de plataformas de software libre y la aplicación de diferentes dispositivos y sensores. Si bien fue acotada, se trató de la primera iniciativa a nivel local, con foco en alumnos de escuelas técnicas”, señala Walter Arceluz, Director del Instituto de Educación No Formal de la facultad.
“En poco tiempo logramos sumar una primera partida de robots educativos, lo cual mejoró las posibilidades didácticas y nos permitió extender la propuesta a alumnos de educación primaria y también de educación especial. Hoy, la oferta de robótica educativa se extiende a nueve talleres a lo largo de cuatro días de la semana, alcanzando a más de 100 alumnos en todos los niveles y modalidades educativas”, agrega Arceluz.
Alejandro es el papá de Valentín (10) y desde su experiencia personal, destaca otras aristas de la propuesta: “Lo importante es que con esto se vincula con la facultad, es un granito de arena que se va metiendo para que ellos se vayan incentivando a estudiar y a tener en un futuro una carrera dentro de esta facultad, porque Valentín ya pinta el símbolo de la facultad tecnológica”.
Según describen los responsables del proyecto, este aprendizaje no solo incluye el control de equipos y dispositivos electrónicos; sino que, además, contempla prácticas de planificación en la vida cotidiana, ya sea desde la jerarquización y la toma de pequeñas decisiones, hasta la implementación de pruebas simples y el aprendizaje sobre el error.
Aprender robótica, desde ya, pone en juego saberes técnicos; pero en este caso, la iniciativa no deja de lado la dimensión social: “Por sus costos, esta tecnología aún es restrictiva para las escuelas de gestión estatal, por eso trabajamos junto a sus directivos promoviendo este espacio de carácter abierto y gratuito. Al superarse esta dificultad de acceso, los chicos tienen asegurada la oportunidad de poder acercarse a este nuevo lenguaje, desde la escuela, pero en la universidad”, señala Walter Arceluz.