Luego de participar de una cena de trabajo, un vecino de nuestra ciudad fue a buscar su auto para emprender el regreso a su domicilio particular, y a pocos metros de llegar a su vehículo, notó una clara inclinación del rodado hacia su lateral derecho. Al acercarse, definitivamente comprobó que una de sus ruedas traseras ya no estaba. Sólo encontró los cuatro bulones que sostienen la rueda prolijamente acomodados al costado de su vehículo.

Según los vecinos de la cuadra, no fue un caso aislado. El robo de ruedas es cada vez más frecuente en el barrio.