Relaciones entre hermanos, distancias y desencuentros

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

En las reuniones familiares que se sienten como obligatorias, se suele comprobar que existen dificultades en los intentos de disimular, en pos de mantener la armonía familiar, los desencuentros personales con determinados parientes.

Algunas personas sienten una gran molestia en la relación con sus hermanos, ya sea por la distancia, por enojos o por desagradables enfrentamientos con alguno de ellos. Suelen explicarse diferentes causas del llevarse mal, por ejemplo, la diferente forma de ver y actuar en la vida, las cuestiones económicas, la atención a los padres o hermanos enfermos, la incomprensión o falta de solidaridad ante situaciones difíciles que algún familiar padezca, y muchas otras explicaciones más que provocan la distancia o la ausencia de comunicación entre hermanos.

Sabemos que uno de los ideales de la familia es llevarse bien entre hermanos, ya sea por los lazos de sangre que los unen o por ese pasado que han vivido en común. En general existen pocas dificultades en expresar lo que se siente, lo que se quiere o tratar un conflicto con un amigo o con un compañero de trabajo, a diferencia de sentirse incapaz de tratar ciertas cuestiones con los hermanos, ya que rápidamente suelen surgir discusiones y se torna casi imposible mantener la más mínima comunicación, o también puede suceder que uno de los hermanos se niegue a entablar una conversación sobre el tema en cuestión, con lo cual esto desanima para realizar un nuevo intento, quedando la pregunta sobre el porque de esa situación, queriendo resolver el problema, pero no sabiendo como hacerlo.

Las malas relaciones entre hermanos en la mayoría de los casos se convierten en un disgusto para cada uno que lo padece, mucho más que si se terminara la relación con un amigo, tal vez tenga relación con las tradiciones, por ejemplo porque son de la misma sangre, o de la misma familia, a diferencia de otras relaciones que no son de familia, las cuales se eligen.

En general cuando las relaciones entre hermanos son malas, sucede por ejemplo que están rotas tras discusiones repetidas a lo largo de los años, o son relaciones grises, teñidas de mediocridad, rutina y distancia emocional y que se mueven dentro de una cordialidad aparente. Existe dificultad para atreverse a hablar sincera y abiertamente con ese hermano sobre temas delicados, en general por miedo a que resurjan los fantasmas de ese conflicto que se dejó a un lado, o también se sufre por el temor a que se termine de romper ese débil lazo que les permite al menos hablar de vez en cuando o mantener una conversación intranscendente en las reuniones familiares y en los funerales. También es común que si se sabe que habrá un encuentro con ese hermano con el que existe una mala relación, suele hacerse un repaso de cada uno de los temas que no conviene tocar o del modo en que hay que comportarse dar lugar a discusiones o enojos que puedan arruinar y hacer desagradable ese encuentro.

Si bien algunas familias sufren este problema, en algunas los hermanos además de respetarse y quererse, también son amigos y confidentes, participan en proyectos en común, y se sienten orgullosos de la relación que mantienen.

Las personas que sufren por la falta de comunicación con alguno de sus hermanos y están dispuestos a afrontar las dificultades que supone comenzar a superar el problema, deben saber que casi siempre es posible reparar la situación aunque suponga un gran esfuerzo y en algunos casos, riesgos emocionales importantes.

La relación entre hermanos se organiza en general desde la niñez, y muchas veces de acuerdo a la interiorización que cada hermano hace de los roles que desde la niñez se le asignan en el hogar, por ejemplo responsable, inteligente, tímido, cariñoso, estudioso, simpático, sumado a la propia percepción que tiene cada uno sobre la diferencia de trato por los padres o por el resto de los hermanos puede perjudicar la relación, resultando que estas diferencias puedan hacer ver al hermano como un rival, naciendo allí envidias y resentimientos que tendrán su repercusión en la fase adulta.

También en la adolescencia, cuando se comienza la emancipación del hogar, el problema puede ser la falta de una comunicación fluida y abierta con los hermanos. La ausencia de confianza puede llevar a un distanciamiento que se agudizará con el paso del tiempo, y que lejos de solucionar el problema, lo enquista y aumenta impidiendo la relación, llegando a convertirse en desconocidos el uno para el otro. Dejar que pase el tiempo pensando que la distancia resuelve por sí sola las cuestiones pendientes sin haber abordado algo que sí ha sucedido, no resuelve nada, y además afecta la confianza entre las personas, imprescindible en toda relación que se pretenda auténtica, no sólo la confianza en la otra persona, sino también la confianza en la propia capacidad de cada uno para establecer relaciones abiertas y con franqueza.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane.
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

noticias relacionadas