Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan 6, 1-15 (ciclo B) “El amor de Dios, motivo de nuestra solidaridad”

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”. Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Éste es, verdaderamente, el profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

El amor de Dios, motivo de nuestra solidaridad
Queridos hermanos, el relato de este Evangelio nos habla de la multiplicación de los panes y los peces porque siempre el amor multiplica, el amor no divide, une. Por eso es para nosotros la maravillosa experiencia: el amor de Dios es lo que nos reúne a todos y hace que nos consideremos hijos de Dios, hermanos entre nosotros, superando diferencias, diversidades, de raza, de color, de cultura, de religión, de lugares, ya que todos formamos parte en este planeta, en esta aldea grande, de la vida y el universo.

Parecen frases poéticas, pero son realidades muy ciertas y en este lugar el amor es lo que toda persona necesita para vivir. Ya sé que me van a decir -y yo lo comparto- que para vivir se necesita comer, educarse, tener buena salud, tener trabajo y ni hablar de los vínculos entre nosotros. Estas cosas las necesitamos totalmente. Por eso, la fe tiene que incidir en la vida y la vida tiene que estar iluminada y sostenida por la fe. Es cierto también que hay desproporciones, injusticias, mucha gente no tiene comida, no tiene agua, no tiene trabajo y mucha gente está perdiendo su dignidad.

Creo que el llamado a “denles ustedes de comer” está dirigido a todos nosotros, en especial a los sistemas, a los que tienen autoridad, a los que son representantes del pueblo en los distintos aspectos. Por eso digo que el llamado y la interpelación son para todos. Todos nosotros tenemos que ver y tomar conciencia de una conversión y saber ofrecer algo para que se multiplique.

Un niño dijo “yo tengo cinco panes y dos pescados”, parecía muy poco pero fue mucho. Teresa de Calcuta decía “una gotita de agua en la inmensidad de un océano, una gotita sí, pero es una gotita.” Que cada uno sea capaz de dar y ofrecer su “gotita de agua” para poder sostener el dolor de los demás.

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