Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan 13,31-33a.34-35 (ciclo C): «Volver a vivir en la verdad y el amor».

Durante la última cena, cuando Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del Hombre ha sido glorificado y Dios es glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los  unos a los  otros.»

«Volver a vivir en la verdad y el amor»
El testamento de Jesús y la herencia que nosotros recibimos, se resume fundamentalmente en el mandamiento nuevo que es El Amor. Él ya se entregó, ya aceptó, había pedido que de ser posible pasara de él ese cáliz, pero que no se cumpliera su voluntad sino la voluntad del Padre. En esa entrega, asumiendo el pecado  del mundo, nos da su amor en la cruz.

La novedad de la resurrección, crea y realiza en nosotros una nueva creación. Así como en la creación y en todo lo creado, tiene bondad, mucha mayor bondad y belleza tiene la nueva creación; a partir de Cristo que es el nuevo Adán.

La nota determinante de esta nueva creación es el amor. El amor estás sostenido e iluminado por la fe; la fe nos lleva a la madurez, a la plenitud que es el amor. Y el amor es aquello que nos da el sentido y nos orienta a través de la fe. Y en este Año de la Fe que estamos viviendo, tenemos que tomar conciencia que tenemos que vivir esta realidad: la caridad y el amor. Retomar el sentido, desterrar los miedos, superar el vaciamiento de las palabras, las caricaturas de las palabras, las posturas superficiales, artificiales, que gastan, vacían y quitan sentido.

Es necesario volver a vivir en la verdad y en el amor.
Amor a Dios.
Amarse a uno mismo.
Amor a nuestros hermanos, pero en serio.
El respeto, la libertad, la consideración, el cuidado.
Todos nosotros tenemos que cuidar, con un amor de providencia, a nuestros hermanos.

En la actitud de vivir este testamento, «todos reconocerán que entendieron y que serán mis discípulos», dice Jesús, «en el amor que se tengan los unos a los otros» ¡no hay otra cosa!, ¡no hay otro sentido! Este es el que culmina pero también es fuente y da sentido a todo. Y si hay una tristeza muy grande, la de no ser santos, la tristeza más grande del ser humano es no saber amar. Y eso no se compra con nada. Por todo eso, Cristo vino a quitarnos de la tristeza. «¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo! ¡Amen con el mismo amor que yo los he amado!»

Que los frutos de la Pascua también echen raíces en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestras motivaciones, en nuestras actitudes y responsabilidades.

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