Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Mateo 28,16-20. (ciclo A) : «Yo me voy, pero estaré siempre con ustedes»

Después de la Resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo».

«Yo me voy, pero estaré siempre con ustedes»

Hermanos: todavía estamos en Pascua, este misterio central donde Cristo viene a hacer la voluntad del Padre, y cumplir lo que el Padre quiere, ya que Él que fue enviado por el Padre, encarnándose en el seno virginal de María; verdadero Dios y verdadero Hombre, asumió nuestra naturaleza humana en todo menos en el pecado. Nos da su doctrina, sus enseñanzas, su Buena Noticia, la alegría del Evangelio, luego Cristo es crucificado, muere en la cruz y resucita.

Luego de este paso de Cristo por la tierra glorificado y resucitado, asciende al Padre y con el Padre nos enviará al Espíritu Santo. Sube al Padre y le presenta toda su obra. «He cumplido con tu voluntad, hice lo que me encargaste, cumplí con la misión» y no sólo presenta al Padre todo lo que hizo sino que también manda a los apóstoles -y a través de ellos a la Iglesia- ir en su nombre para hacer que todos los pueblos sean sus discípulos.

Cristo ha recibido todo poder en el cielo y en la tierra: «vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»; «guarden mis enseñanzas» Y también les dice algo muy importante: «Yo me voy pero estaré siempre con ustedes». Y para cumplir con esta promesa, Él con el Padre nos enviará el Espíritu Santo.

También nosotros tenemos que ser «subidos», tenemos que «ascender». Esto significa hacer el esfuerzo para ir a lo alto de la montaña. La montaña es la vida y tenemos que hacer el esfuerzo ya que pasamos por senderos peligrosos, caminos fatigosos, por la intemperie o la inclemencia del tiempo, con frío o calor, pero hay que seguir subiendo. A veces, para subir hay que bajar para luego seguir subiendo.

Todos tenemos que ascender, es decir madurar, crecer. En la vida se evoluciona o se involuciona; se madura, se desarrolla, o se empequeñece e involuciona. Es una gracia de Dios que nosotros, como causa segunda, tenemos que colaborar estando atentos, escuchando, respondiendo y trabajando espiritualmente. Un modo de trabajo espiritual es dando testimonio y, en Su Nombre, anunciemos el Evangelio a los demás. Como que la medida de la madurez está relacionada a la intensidad, a la fidelidad y al cumplimiento de la misión.

Que la Fiesta de la Ascensión nos invite a subir, y que también nos invite a bajar llevando el Evangelio a todos nuestros hermanos.

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